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Caso Belén Weber: parir en casa y adoctrinar a quienes garantizan este derecho

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Belén Weber es licenciada en Obstetricia y partera independiente. Garantiza el derecho de aquellas personas que deciden parir en domicilio. En 2014 y 2018 estuvo detenida por una misma causa: se la imputa por homicidio culposo tras haber acompañado a una familia en el proceso de nacimiento de su primera hija. El trabajo de parto inició tempranamente en la semana 37 y, al cabo de tres días, finalizó en el Centro de Salud Cerhu de San Luis con el fallecimiento de una bebé por aplastamiento de cráneo y la posterior pérdida del útero de la madre.

¿Qué sucedió en el medio? Dos maniobras de Kristeller, una práctica prohibida, y un procedimiento legal con demasiados baches burocráticos. ¿A quién apunta con el dedo la justicia patriarcal? ¿Cómo se adoctrinan desde el sistema médico hegemónico los cuerpos de las personas embarazadas y de las parteras? En la semana del Parto Respetado, Weber fue citada nuevamente a declarar. La causa sigue activa y su lucha también. 


Desde que comenzó su vocación, Belén Weber decidió asegurarle el derecho de parir en casa a cualquier persona que lo deseara, sin importar su nivel económico ni su lugar de residencia. Así fue que tuvo la suerte de ejercer en muchos lugares del país: Tierra del Fuego, Salta, Bariloche. En septiembre del 2014,  Belén recibió la solicitud de una familia en la provincia de San Luis para realizar un parto en casa. El embarazo estaba avanzado, corría la semana 35, pero como transcurría con normalidad y se trataba de un contacto por recomendación de otra profesional, Weber aceptó hacer el acompañamiento. Las cosas se complicaron a partir de la semana 37 donde la mujer solicitante de la asistencia rompió bolsa. 

Luego de este suceso, inmediatamente la familia le pidió a Belén que se traslade a la provincia para asistirles y así fue. “Llegué 12 horas después de la rotura”, explicó. Una vez situada en la circunstancia, Belén le solicitó a la mujer realizar un tacto y algunos controles necesarios para confirmar que el trascurso del trabajo era correcto. La mujer, que para cuidar su identidad llamaremos M., no quiso acceder a estos procesos. “Fue muy difícil convencerla de que era fundamental y que algunas maniobras obstétricas pueden utilizarse si la situación así lo requiere”, afirmó a Feminacida la acusada.

Al cabo de tres días y después de que Belén insistiera en reiteradas oportunidades que el traslado a una institución era necesario, esto sucedió: el 3 de septiembre del 2014, tanto M. como su beba, llegaron al Centro de Salud Privado Cerhu en óptimas condiciones de salud y con el acompañamiento incisivo de Belén durante todas esas jornadas de trabajo de parto. “Le indiqué movimientos, le acerqué agua caliente, comida y bebida”, detalló la partera.

Acompañar como bandera

“No me dejes sola. No me sueltes la mano”, le dijo M. a Belén al entrar. Y así fue. Después de esperar una hora a que llegue Armando Ríos, el obstetra de guardia, M. fue trasladada a una sala de partos. En ese momento, Belén le aconsejó al médico llevarla directo a cesárea por el avance de la situación. Según relata la licenciada, la primera mala praxis se dio minutos después de ese ingreso, cuando Ríos le solicitó a la partera de turno, Ema Rosa Víttori, que “le dé un apoyito”. Esa práctica tiene nombre: se llama Kristeller y se trata de apoyarse y hacer fuerza con el peso del cuerpo sobre la panza de la embarazada. Esta metodología está proscrita y desaconsejada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud de la Nación Argentina desde hace más de diez años.


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En los segundos siguientes, “los latidos de la bebé se redujeron a una velocidad cardiaca de 90 pulsaciones y luego se recuperaron”, asegura Belén, quien estaba atenta a lo que indicaba la pantalla de controles. La maniobra realizada por Vittori se repitió a pedido del obstetra, pero esta vez las pulsaciones volvieron a descender y jamás se recuperaron. Luego de esta situación, el traslado al quirófano y la realización de una cesárea fue inmediata, pero ya era tarde. El parte del forense dice que la bebé falleció por aplastamiento de cráneo. Ríos, para garantizar el beneficio propio, sostiene en su declaración que cuando abrió el útero de la mujer ya sintió olor a fétido. 

Minutos más tarde M., después de atravesar un sinfín de violencias que intentó evitar pariendo por fuera del sistema hegemónico de salud, fue trasladada de forma pulsiva a la maternidad pública Teresita Baigorria porque no contaba con obra social. Al día siguiente la mujer recibió la visita de Belén, que aún continuaba en la provincia para asistirla en lo que fuera necesario. Con la voz rasposa de tanto gritar en el proceso de parto, M. le indicó a la partera que le dolía debajo de las costillas y se levantó la remera para mostrarle dónde era.

Belén notó que M. tenía dos moretones marcados debajo de la costilla. “Eso es por la maniobra de Kristeller que te hicieron”, le respondió. Segundos después de una charla amorosa entre ambas, Weber salió de la habitación y se encontró con un operativo policial que la estaba esperando en la puerta. 

La partera estuvo detenida en la alcaldía de Saavedra tres días sufriendo la violencia policial y la desinformación. Al cabo de este tiempo, se la llevaron a declarar a la comisaría cuarta de la provincia por la orden del juez Sebastián Cadelago, sin la presencia de abogados defensores. A las horas la dejaron en libertad advirtiéndole que si necesitaban su aporte en la causa se comunicarían con ella por teléfono o por mail para solicitarle su colaboración.


Cacería de brujas  

En 2018, Belén, su compañero, su hijo y su bebé recién nacido estaban preparando su mudanza a la provincia de Córdoba, el nuevo destino donde habían elegido vivir. Mientras amamantaba, minutos después de llegar con el camión de mudanza, se desplegó sin advertencia otro operativo policial en su casa que le quitó al hijo de sus brazos. Le informaron que tenía un pedido de captura y la trasladaron a Buenos Aires, donde estuvo detenida 15 días en un calabozo con perros y gatos, sin comer ni beber y sin ver a su familia. 

La causa sigue activa. Ayer y hoy Belén fue citada nuevamente a declarar en el juicio oral que se desarrolla en la provincia donde sucedieron los hechos. Es casi anecdótico pensar qué hubiera pasado si la Ley de Parto Respetado, aprobada en 2004, pero reglamentada en 2015, estuviera vigente o cómo se hubieran dado los hechos si M. no tenía tanto miedo a recurrir al sistema médico para realizarse los chequeos necesarios en tiempo y forma. Es casi impensado trazar esta idea porque la violencia obstétrica, que también está contemplada en la Ley 25.485 de Protección Integral a las Mujeres, es tema de todos los días y más del 90 por ciento de las mujeres la sufrieron y sufren con o sin esta normativa que no contempla sanciones legales, sino administrativas para los establecimientos que no la cumplen. 


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“La mirada estereotipada del juez y su desconocimiento profundo sobre la actividad de las parteras universitarias se mantiene en el tiempo. Perjudicó a Belén y posibilitó liberar de culpa y cargo a los médicos que intervinieron el parto ese día”, afirmó en 2014 José Olguín, uno de los abogados de Weber, a Página 12 y agregó: “Hubo una clara y evidente violencia de género expresada en la valoración de la causa al desconocer el testimonio de la damnificada”. Es que la primera declaración de M., donde relata las maniobras que le realizaron, fue desestimada por el juez y declarada incompetente porque estaba bajo los efectos del posparto.  


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Parir en casa: el enemigo del sistema

Belén cuenta su historia y se le quiebra la voz, pero se reafirma en la convicción de saber que elegir como parir es un derecho. Son muchísimas las organizaciones que exigen su absolución desde el 2014:  el Observatorio de Violencia Obstétrica, la Red Latinoamericana y del Caribe para la humanización del parto y el nacimiento, Las Casildas, la Asociación Argentina de Parteras Independientes y Dando a Luz, la organización Almatriz, entre otras. Su causa, que funciona como adoctrinamiento para todes aquelles especialistas que deciden acompañar partos en domicilio, permite entrever el nudo en el que se encuentran las personas gestantes que buscan escapar a las violencias del sistema de salud. 


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En Argentina nace un bebé cada 60 segundos y, si bien la OMS indica que el porcentaje de cesáreas no debería superar el 20 por ciento de los partos, el Hospital de Clínicas José de San Martín informó en el inicio de la semana del Parto Respetado que más del 40 por ciento de los nacimientos se dan en estas circunstancias.  

Gran parte de las denuncias que se radican en la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (CONSAVIG) hablan de que en los establecimientos las mujeres sufren trato deshumanizado (82 por ciento), medicación y patologización (42 por ciento) y falta de información (44 por ciento).

Según informan algunas de estas organizaciones, los partos en domicilio representan el solo 1 por ciento de los alumbramientos en el país. La gran mayoría se da en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Si bien esta práctica es solicitada en un porcentaje pequeño, cada vez son más las personas que eligen este formato como manera de nacer. En países como Holanda y Reino Unido, el parto domiciliario forma parte de las opciones del sistema de salud. 


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Foto de portada: Página 12


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