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Cooperativa Mielcitas Argentinas, una recuperación feminista

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La Cooperativa Mielcitas Argentinas se gestó a mediados de 2019 en un contexto de profundización de las políticas neoliberales llevadas adelante durante el gobierno de Mauricio Macri. Tras la presentación de quiebra y la posterior huída de sus dueños, lxs trabajadorxs pusieron en marcha la recuperación de la fábrica de golosinas más popular del partido de La Matanza. De lxs 88 operarixs que quedaron en la planta luego de la reactivación, 66 son mujeres que sostienen sus hogares. En tiempos de crisis, donde la solidaridad y el compañerismo se vuelven valores imprescindibles para resistir la fuente de trabajo, ¿cómo dialogan el feminismo y el cooperativismo? 

Las mujeres pagan la olla 

Mirta Ramírez tiene 46 años y desde los veinte trabaja en la “fábrica de mielcitas”, así la llaman en el barrio. Como operaria pasó por todas las etapas de producción y, tras la recuperación de la empresa, trabaja con la máquina envolvedora en el sector de envasado de alfajores. Entró a Suschen S.A en la década del 90 a través de una agencia y con un contrato temporal en el turno noche por tres meses. Vive en Rafael Castillo junto a su mamá jubilada, su hermana y su sobrina. “Me considero sostén del hogar, soy la única que actualmente tiene un ingreso fijo”, confirma en una entrevista con Feminacida

Silvia Ayala, ex delegada y actual integrante de la comisión organizadora de la Cooperativa Mielcitas Argentinas, coincide con Mirta sobre las características en común de la planta de trabajadorxs: “Es una fábrica de mujeres. Si bien hay pares varones trabajando, el 80 por ciento siempre fuimos mujeres. Hubo una época donde éramos 300 compañeras trabajando en tres turnos”. 

Mural en la fábrica de Mielcitas

Silvia empezó a trabajar en la fábrica a los 25 años, era madre soltera con dos hijas a su cargo. Si bien reconoce haber tenido una actitud más “sumisa” en sus inicios, los atropellos laborales y las conductas abusivas del trabajo en relación de dependencia forjaron una personalidad “más fuerte”, la que hizo que sus compañeras la eligieran como mediadora en las negociaciones con la patronal cuando presentó la quiebra. 

“Que las chicas más jóvenes empezaran a salir a la calle fue una inyección para las más grandes. Si esto hubiese sido en otra época, te firmo que no se hubiera podido hacer. Si con mis compañeras no nos hubiéramos unido para quedarnos a dormir en la fábrica en julio del 2019, la recuperación no hubiera sido tal. Pero no estábamos dispuestas a perder nuestra fuente de trabajo”, agrega Silvia.  

Ocupar, resistir, producir 

Silvia se pone al hombro las entrevistas con los medios de comunicación y argumenta en representación de sus compañeras. Con la voz disfónica y tirante le cuenta a un periodista de C5N cómo Roberto y Maximiliano Duhalde, dueños de Suschen S.A, dejaron de ir a la fábrica sin previo aviso ni diálogo con sus 105 trabajadores sobre su situación laboral. Corría el mes de julio de 2019 y la economía de Argentina volvía a entrar en recesión, la séptima más profunda en el mundo de acuerdo a un informe de la consultora Ecolatina. 

“Se tomó la decisión con las compañeras de hacer guardias para que no se lleven las máquinas. En la última audiencia en el Ministerio de Trabajo se presentaron los abogados de la gerencia y nos avisaron que no tenían noticias de la patronal. Nos habíamos quedado cien familias en la calle”, cuenta Silvia. El acampe como forma de resistencia motorizó la solidaridad de lxs vecinos de Rafael Castillo que instaban a las trabajadoras a no bajar los brazos mientras dejaban sobre la puerta de la calle Estrada bolsas de papas, cebollas y ropa de cama para las noches de invierno. La fábrica lleva más de 40 años de actividad en el municipio de La Matanza y es considerada un emblema para la comunidad barrial. 

En una asamblea decidieron recaudar fondos para reactivar la elaboración de caramelo líquido, jugos helados, alfajores y otras golosinas. Todos los viernes y sábados funcionaba una parrilla que sacaba choripanes y empanadas sin parar. Corrieron la noticia de forma tal que, según el relato de sus trabajadorxs, comenzó a llegar gente de otros barrios a comprar y colaborar. “Nos iba bastante bien. El pozo lo repartíamos entre nosotrxs y guardábamos algo para comprar insumos”, asegura Mirta. Hasta que en septiembre llegó el primer cargamento de semillas de girasol para fabricar en cantidades mayoristas: la Cooperativa Mielcitas Argentinas volvió a producir. 

1º Encuentro de Género del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas

Conformarse como cooperativa de trabajo no fue un camino sencillo. “Tuve que aprender de cero, desde cómo encender y apagar una computadora”, dice Silvia. Resulta que el personal de administración no continuó en el proceso de recuperación y sólo quedaron operarixs. Por voto y moción de lxs trabajadores en asamblea se creó una comisión organizadora de cuatro mujeres y tres varones. Mientras la recaudación de fondos seguía su curso, recibieron el apoyo del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) para capacitarse en la atención a proveedores y clientes, la gestión de la personería jurídica y conocer los procedimientos administrativos en el funcionamiento de una empresa. 

Hoy la cooperativa cuenta con el apoyo del plan Manos a la Obra y el acompañamiento de la Dirección Nacional de Empresas Recuperadas. Además, la mayoría de sus trabajadorxs recibe la asignación del Programa Nacional de Inclusión Socioproductiva y Desarrollo Local “Potenciar Trabajo”. 

“Hay que reivindicar la organización colectiva”, aporta Amira Curi, subsecretaria de Derechos Humanos de La Matanza, y concluye: “Las compañeras toman la fábrica y se organizan para no perder sus puestos de trabajo y para que, en definitiva, el municipio no pierda una parte de su sector productivo que está compuesto por muchas de estas pequeñas fábricas. La recuperación y puesta en funcionamiento es una victoria entera de ellas, producto de su capacidad de organización. Fue una respuesta política a la propuesta neoliberal macrista del sálvese quién pueda: acá nos salvamos entre todas". 

Mujer, escucha, únete a la lucha 

El Primer Encuentro de Géneros de Empresas Recuperadas tuvo lugar en febrero de 2020 y la Cooperativa Mielcitas ofició de sede. Fue convocado por MNER con el objetivo de reflexionar sobre el lugar de las mujeres en los procesos de recuperación de empresas y pensar respuestas colectivas para el sector. Entre las organizaciones presentes, asistieron trabajadoras de la fábrica de galletitas La Nirva y de Farmacoop, cooperativa farmacéutica que lucha por la habilitación de la ANMAT para la fabricación de misoprostol. “Fue importante darnos cuenta que todas las compañeras habíamos atravesado por situaciones muy similares”, afirma Silvia. 

Género MNER en un 8M

Un estudio psicosocial llevado a cabo en 2008 por un grupo de investigadoras de Psicología de la UBA, con foco en la resiliencia comunitaria en empresas recuperadas por sus trabajadores y trabajadoras, buscó identificar el papel desempeñado por la mujer en estos procesos. De acuerdo a las conclusiones preliminares, la perspectiva femenina está presente en todos los casos estudiados, ya sea desde el protagonismo activo o desde el acompañamiento. “¿Podría decirse que el cambio de sus condiciones de trabajo les ha planteado la necesidad de interrogarse acerca de su condición de mujer y de los supuestos límites que esta condición les impone?”, deslizan las especialistas en relación a la conciencia de género adquirida en los procesos de recuperación. 

Adriana Carrizo es presidenta de la cooperativa textil “JAC – Sueños compartidos”. Junto a siete organizaciones conformaron en marzo pasado la primera Federación Argentina de Cooperativas de Mujeres y Diversidades llamada ATENEA. Inspiradas en la diosa griega de la guerra, sus integrantes advierten la necesidad de construir un camino con equidad y justicia social para la mujer y “dar la discusión que permita mejorar la calidad de vida de muchas compañeras que hoy no tienen ni voz ni representatividad”.

Mural Mielcitas

“Queremos ser proveedoras de nuestra propia vida económica y no depender de que una federación encabezada por hombres decida sobre nuestros ingresos”, sostiene Carrizo, también presidenta de ATENEA, en diálogo con Feminacida. El vínculo estrecho entre el feminismo y el cooperativismo es tal que, a partir de las dificultades y desigualdades que atraviesan las mujeres e identidades disidentes en sus realidades laborales, la solidaridad y la búsqueda del bien común se vuelven bandera. 

Los talleres propuestos en los encuentros plurinacionales son otras instancias de discusión para pensar la economía social en clave feminista. Por ejemplo, el artículo producido durante el 31º Encuentro Nacional de Mujeres desarrollado en la ciudad de Rosario en 2016 relevó los debates dados sobre el quiebre y el vaciamiento de empresas y la posterior resistencia de sus trabajadoras. La participación de las operarias en la autogestión y el control de las fábricas recuperadas en todo el territorio es una realidad. Y cuando el modelo patronal y patriarcal encabeza la cadena de violencias, hay compañeras que se organizan para no plancharle más camisas.           


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