La depilación en mujeres e identidades feminizadas es un tema del que llamativamente aún no hay mucho material disponible donde se la interrogue. En esta nota, une investigadore sobre el tema, trabajadoras de la estética, personas que eligen seguir depilándose y otras que decidieron abandonar esta práctica dialogaron con Feminacida en un debate que busca ser interseccional.
Fotos: Candelaria Deferrari
“¿Cómo descubrí mi barba? En junio de este año —período de cuarentena en Santiago de Chile— vi un conversatorio online de una organización disidente que se llama Posá Suto. Al ver el streaming me di cuenta que una de las chicas comentaba que tenía barba y que pretendía dejarla crecer. Entonces en ese momento sentí una especie de aliento y tuve ganas de animarme a hacer lo mismo. Fue ahí, en los días finales de junio, que me dejé crecer la barba y empecé un viaje hermoso de autocuidado, de autoconocimiento y de exploración de mis sentimientos con respecto a la visión de ser mujer.” Así habló Luta Cruz, activista, cantante y estilista afrochilena, sobre la decisión de dejar crecer el vello de su rostro durante la cuarentena. Desde entonces se reconoce defensora de los derechos de las mujeres con barba.
La cuarentena
A raíz del aislamiento físico obligatorio, con más personas instaladas en sus hogares durante tiempos prolongados, muchas mujeres tomaron la decisión de dejar crecer su vello corporal. También en algunos casos no fue una decisión, simplemente ocurrió que, al no tener una mirada externa, los pelos fueron creciendo.
En este contexto, la charla surgió entre amigas, entre parejas y con una misma. Algunas le expresaron a sus conocides que estaban dejándose crecer el vello y, en ocasiones, recibieron comentarios de personas que también lo estaban comenzando a hacer. Una de ellas fue Paty Mora.
Paty tiene 29 años, es gestora cultural y la administradora de Una Vella Cuarentena, una cuenta de Instagram que surgió durante el aislamiento social en México. “Es un espacio donde las chicas que comparten se reconocen como mujeres y les gusta sacar el estigma de que los vellos son de hombre”, explicó. Paty piensa que es importante la exposición de estas fotografías para que se normalice la presencia de pelos en mujeres y considera que el mensaje de la cuenta es: “Cada mujer puede hacer lo que quiere con su cuerpo, los vellos son bonitos, y si no quieres tener vellos también eres bonita: no importa, son tus decisiones”.
Otra cuenta que surgió durante este período fue Que nos vean, administrada por dos personas de Argentina y una de Chile. La cuarentena fue el principal motivador para la creación del perfil de Instagram que tiene por objetivo, en palabras de sus creadoras, “poner sobre la mesa temas que consideramos que necesitan ser hablados porque creemos que visibilizarlos ayuda a generar menos incomodidad en torno a ellos”.
En este sentido decidieron comenzar con una propuesta a sus seguidorxs invitándoles a enviar contenido visual o escrito vinculado a sus cuerpos con pelos. ¿La razón? “Con la cuarentena advertimos que el estar en casa nos dió la libertad que nos hacía falta para amigarnos con nuestros cuerpos en un estado más natural. Hablando con amigas notamos que varias nos habíamos relajado con la depilación, entonces pensamos que podía ser un buen momento para hablar del tema”, explicaron.
Un tema clave para las personas que administran @quenosvean es la colectivización del tema. La idea es pensar al sitio como una galería colectiva ya que la lucha también lo es. “Nos pasó que, estando del otro lado, pensábamos que podríamos hacer un posteo sobre vello corporal en una cuenta que publique testimonios, pero quizás si lo teníamos que hacer en nuestra cuenta personal nos hubiera costado mucho más. Entonces vemos que el sentir que todes somos parte de algo más grande nos contiene, pero también nos empodera”, expresaron a Feminacida.
Depilarnos
Pao Lin Raffetta es no binarie, estudió Arte Oriental y le encanta revisar los clásicos. En uno de sus trabajos, titulado “Con las barbas en remojo”, hace un recorrido histórico sobre la mujer y la depilación. Uno de los temas que trabaja es la representación de mujeres con vello en el rostro a lo largo de la historia. Algunos ejemplos son La Diosa de la Fertilidad, también llamada por los romanos Venus Barbata (4000 a.C.); y Hatshepsut, esposa del Dios Amón, autoproclamada faraón de las Dos Tierras, que se hizo representar con la barba postiza de Osiris (1490-1468 a.C.).
En esta búsqueda de historizar la depilación, el trabajo también da cuenta de los textuales presentes tanto en la Biblia como en el Corán sobre el tema. Este último, por ejemplo, señala: “La fitrah (lo “natural”) incluye cinco cosas: la circuncisión, afeitarse el pubis, recortarse los bigotes, depilarse las axilas y recortarse las uñas”.
Actualmente, el mandato cultural y social de la depilación femenina continúa presente en la gran mayoría de las mujeres. Las representaciones públicas de feminidades con pelos siguen siendo, por mucho, una minoría. En este contexto, hay quienes deciden depilarse porque ese es su deseo y se sienten cómodas haciédolo, hay quienes lo hacen a pesar de sufrirlo y hay, también, algunas que decidieron abandonar la cera y el rastrillo.
Entre las primeras se encuentra Malena, periodista, feminista y tallerista de Educación Sexual Integral (ESI) de 24 años. En diálogo con este medio dijo que entre las muchas elecciones que fue cambiando a raíz de su militancia feminista, la depilación no fue una de ellas. “Lo sigo haciendo —dice— porque me gusta no tener pelos. Obviamente podríamos problematizar si ese gusto que tengo está atravesado por una dinámica patriarcal —es muy probable que lo sea— pero así como Rita Segato dice que ‘no se puede anular el deseo por decreto’, creo que en un montón de nuestras elecciones es lo mismo.” Y agregó: “Me parece que eso también es un acto feminista: poder ser lo más libres que podamos en nuestras decisiones”.
También hay quienes no pueden depilarse por temas vinculados a su salud como alergias, sensibilidad o enfermedades. Paty Mora, la administradora de Una Vella Cuarentena, insistió con este punto: “Si se depilan o se rasuran algunas son muy sensibles y su piel se les irrita mucho, les duele o son alérgicas. Incluso me han compartido historias más fuertes sobre enfermedades como cáncer en la piel y cosas que, pues, la mayoría de la gente no piensa”.
Las mujeres que no se depilan muchas veces son asociadas con personas sucias y, en este punto, la cantante y estilista Luta Cruz explicó que se trata de “mala información que se tiene sobre lo que son los vellos corporales que la verdad lo que hacen es proteger la piel y darnos otra forma de sentir las cosas”.
Tanto Paty como Luta son mujeres que dejaron de depilarse. En el caso de la gestora cultural, el proceso es reciente y aún le afecta la mirada que tiene su familia sobre su decisión. “La familia es lo que más nos está afectando a todas. Sobre todo la figura de la madre, porque ella es la que te regala tu primer rastrillo, y ahora tú decirle ‘mamá, ya no lo quiero, yo como adulta decido no hacerlo’ es difícil”. Luta también remarcó las dificultades que se pueden atravesar: “Yo entiendo —porque lo he vivido— que muchas mujeres que tienen barba no se la dejan por el miedo que puede dar la violencia que podemos recibir desde otras personas”.
Hacia un debate interseccional
Para Pao Raffetta, la depilación en mujeres ha tenido históricamente como objetivo la delimitación y diferenciación entre el género femenino y el masculino. En diálogo con Feminacida, desarrolló su pensamiento: “Estos mandatos yo creo que están para ordenar a la sociedad, para distinguir a primera vista hombres de mujeres. Por eso la Biblia arranca con un ‘macho y hembra los creó’: la segregación por sexo a rajatabla, que esas fronteras no se crucen. Y cuando se cruzan, el sistema entra en caos”.
En este punto, le docente especialista en ESI y Géneros explicó: “Que a mí me llamen de un género o de otro me resulta gracioso. Eso es un privilegio. A una trava se le juega la vida. Si pasa por señorita está todo bien, pero cuando cae en caballero, la matan”.
“A mujeres y hombres trans —agrega— les sucede que para su propia supervivencia muchas veces tienen que reforzar el estereotipo femenino o masculino. Tienen que corregir la masculinidad o feminidad de ese cuerpo porque se sale de la norma”.
Sobre esto, Raffetta piensa en clave de derechos: “Me parece que el derecho a la diversidad corporal es un derecho humano y no puede ser obligatoria su modificación. Por otro lado, también existe el derecho a verse como mejor una se siente”.
Un caso destacado, en este sentido, donde se reconoció el derecho a la Salud Integral fue el de la activista travesti, Sandy Sánchez. En una disputa con su obra social IAPO, la cual rechazaba sus pedidos por considerarlos “operaciones meramente estéticas”, ella insistió en que se trataba de operaciones de identidad autopercibida. El desenlace fue que la Justicia obligó a IAPO a respetar su derecho, conforme la Ley de Identidad de Género, y ordenó que se hicieran las intervenciones que ella solicitaba: cirugía de glúteos, implantes mamarios y depilación definitiva de rostro.
El oficio de la depilación
Las trabajadoras de “salones de belleza” o de trabajo independiente asociado al rubro de la estética tienden a ser en su mayoría mujeres. En este punto, el debate sobre la obligatoriedad de la depilación puede entrar en conflicto con los intereses de las mujeres que poseen este oficio. Aunque también hay quienes pudieron reformular el sentido de la estética de su profesión.
Luta Cruz, quien además de ser cantante es estilista, dijo que encuentra muy interesante la conjunción del estilismo y el haberse dejado crecer los vellos en el rostro. En esta línea, trabaja en darle un sentido estético a la barba de la mujer y aseguró: “Creo que falta mucha representación en el área estética de nosotras, las mujeres con barba”. La música habló de ocupar el empoderamiento que trae el dejar los vellos crecer y de la posibilidad de “empezar a crear un propio look único”.
Sobre la depilación, la escritora y militante Mayra Arena, ex depiladora, dijo a Feminacida que “es una industria casi totalmente feminizada. No tanto por la demanda, sino más bien por la oferta que es, casi pura y exclusivamente, de mujeres”.
En cuanto al debate feminista en torno a la depilación, Arena aclaró que no es un debate que le interese dar. Sin embargo llamó la atención sobre un aspecto: “La lucha contra el mandato de la depilación siempre está pensada desde las consumidoras, y las productoras también somos mujeres”.
También explicó que cualquier merma en la demanda de un consumo estético quizás beneficie a las consumidoras femeninas pero va a perjudicar, y mucho, a las productoras. “Los inconvenientes que genera (la depilación) creo que no deben ser abordados buscando destruir una industria que genera tantos puestos de trabajo y un motor económico en las mujeres tan potente”, concluyó.