“Operarme también fue rechazar el mayor privilegio que se me había otorgado: el falo. El genital predilecto, el genital de genitales. Cortarlo, darlo vuelta y arrancar los huevos, muy punk. Hacerle un gran fuck you a la masculinidad impuesta y decir yo no la quiero”, dice Carolina Unrein en “Fatal”, editado este año por editorial Planeta. “Siento la plenitud de este momento, siento mi cuerpo levitante, siento mi pasado, mi presente y mi futuro como una sola cosa. Siento mi lucha y mi desgarro. Siento mi entereza y fortaleza. Siento las líneas que me encerraban y siento cómo se desvanecen y se diluyen con el resto del infinito. No necesito más nada. Solo me necesito a mí”, asegura. Con estas palabras Carolina convoca a lxs lectores a sumergir la cabeza en el agua hasta que falte el aire.
Su libro es una narración que se aleja con fuerza del adultocentrismo. Recorre en nueve capítulos todo lo que sintió antes y después de la vaginoplastia. Es un relato autobiográfico en el que la escritora muere y revive en cada línea. Y deja impreso en todo el camino la importancia del afecto y del acompañamiento de la familia en la construcción de la identidad. “Soy gracias a ese abrazo que no se me negó”, afirma.
Ser adolescente siempre es un desafío inestable y mucho más si el oxígeno a esas vivencias es el dolor, la no pertenencia, la exclusión, la exigencia y la desigualdad. Existir respirando ese no ser, lo suficientemente femeninx, masculinx, deseadx, aceptadx. La autora describe lo fatal de respirar muerte y la resiliencia absoluta de volver a vivir en una sociedad que les declara la guerra de la soledad a cada instante a las personas trans. “Crecer en soledad es horrible y es una experiencia que compartimos todas las personas trans”, sostiene. Sin embargo, no todo deviene en dolor. En esta crónica abunda la entereza y la fortaleza. Interpela desde la experiencia de lo vivido. “La fortaleza emocional y psicológica que gané estando acostada ahí, sin hacer nada y sin poder moverme, bancando con toda la paciencia que la ansiedad nunca me dejó tener, no me la quita nadie, jamás. Me volví indestructible”, relata Carolina.
Su historia hace eco e invita a reflexionar. ¿No transitan una doble opresión lxs adolescentes? La proveniente del sistema patriarcal y la resultante de la desacreditación de sus sentires, sólo por ser muy novatos. ¿La deconstrucción es lo suficientemente inclusiva para ellxs? ¿Qué sienten? ¿Cómo es la relación con su cuerpo y su deseo? ¿Acaso los estereotipos de feminidad y masculinidad no lxs oprimen más que a lxs jóvenes cis?.
Como en una carretera Carolina acelera para que no queden fuera de rango las responsabilidades de quienes la lastimaron durante su niñez, escolaridad, en sus relaciones amorosas y de amistad. Y dedica un epílogo alzando la voz con un “háganse cargo” rotundo.
Su trayecto literario traza una ruta reconociendo a quienes la protegieron en su camino. “Tener sanos modelos con los que identificarse durante la adolescencia y la transición es tan importante como hacerse la paja y conocer con amor nuestros cuerpos violentados en el mercado del deseo”, expresa.
Como dice Camila Sosa Villada en el prólogo: “Podemos ver algo que la literatura, como la entendimos hasta ahora, nos escamotea por mala costumbre: saber quién está detrás escribiendo lo que tanto nos gusta”. Esta crónica es la excepción, insta a reafirmar la importancia de la participación cada vez más extensiva de las juventudes en las nuevas narraciones para la deconstrucción. Difundirlas es una manera de contener ese grito de dolor, el de tantxs Carolinas que habitan este mundo.
Acerca de la autora
Carolina Unrein nació el 11 de septiembre de 1999. Su primera producción fue “Pendeja, Diario de una adolescente trans”. Es actriz, modelo, escritora y estudiante en la Universidad Nacional de las Artes.
Este artículo fue producido en el marco del Taller de Periodismo Feminista de Feminacida