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Fútbol femenino semiprofesional: una mirada legal para repensar conquistas y resistencias

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"Desde hoy, el fútbol femenino en Argentina es profesional", anunciaba el 16 de marzo de 2019, el presidente de AFA Claudio "Chiqui" Tapia, quien también se autoproclamaba como el presidente de la igualdad. Ya pasaron más de 3 años y es interesante analizar, desde el marco legal, qué cambió en este tiempo, qué avances hubo y por qué aún hay una "semiprofesionalización" de la disciplina.


Desde Feminacida, conversamos con Melisa García, presidenta y fundadora de Abofem Argentina, que impulsó los primeros cinco juicios del fútbol femenino que aún están en la justicia laboral. En un trabajo que publicó recientemente, titulado Profesionalización del fútbol femenino en Argentina. Una conquista de derechos e igualdad aparente, la abogada feminista busca mostrar por qué hay una desigualdad histórica y estructural que persiste entre ambas ramas de este deporte y señala tres aspectos distintos: la militancia, la cuestión de género y el marco laboral.

"Me interesa contar cómo fue el proceso de profesionalización del fútbol femenino en Argentina hasta hoy. Partimos desde una gran invisibilzación de las jugadoras. La disciplina existía sin cuestionamientos, porque por competir y jugar en primera división eran profesionales, en apariencia", relató Melisa antes de viajar a la Copa América Femenina en Colombia, donde la Selección Nacional busca clasificar al próximo Mundial y a los Juegos Olímpicos 2024.



A partir del levantamiento de la Selección Nacional, en 2018, y del caso de Macarena Sánchez, unos meses después, empezaron a conocerse los conflictos y a gestarse una lucha colectiva imprescindible. "Las que acompañaban y defendían ya no eran sólo las jugadoras sino un movimiento más general. De hecho, se generó mucho más interés fuera del ámbito deportivo que dentro del mismo y ahí empezaron las conquistas" agregó.

Una igualdad aparente, tal como titula el artículo. A simple vista, todo parece profesional. Hay contratos, hay televisación del torneo local, hay sponsors. Sin embargo, lo esencial es invisible a los ojos. Actualmente, sólo 5 de los 21 equipos que integran hoy la máxima categoría tienen más de 20 jugadoras profesionales: Boca, River, San Lorenzo, Racing y Gimnasia La Plata. No hay contratos para todas ni sueldos por arriba de la canasta básica. La mayoría de las jugadoras debe tener otro trabajo más para subsistir.


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Desde lo normativo, ¿por qué es tan importante visibilizar que el fútbol femenino aún no es profesional?

Es necesario hablar de qué hace que sea profesional o no y pensar por qué hay tanta resistencia para avanzar. Hoy no tenemos una profesionalización real, porque hay derechos de las jugadoras que no se respetan. No hay una igualdad entre el fútbol femenino y el masculino en un punto básico como las condiciones laborales. Y eso queda de manifiesto de parte de AFA y de Agremiados desde el primer acuerdo firmado en 2019.

Desde que comenzó la semi-profesionalización, ¿en qué estado está la situación legal de las jugadoras y qué balance se puede hacer?

Se comenzó con 8 contratos por equipo como mínimo. Ahora son 12, se ha mejorado. Algunos clubes tienen más, pero la mayoría no tiene interés en tener planteles completos bajo contrato, más allá de su poder adquisitivo. Hoy una jugadora de Primera A de cualquier club cobra un equivalente a un jugador de Primera C del masculino. Y ahí queda manifiesta una discriminación por cuestiones de género respecto a la cuestión salarial. Juegan en un club de Primera división y se les exige que rindan como tal, pero su salario es igual al de una categoría inferior. Y las excusas siempre están.

Desde el año pasado, según el “Plan Estratégico Integral de Fútbol Femenino 2021-2026”, los clubes deben contar con doce contratos profesionales como mínimo, ¿cuáles son los avances con respecto a ese primer Marco Acuerdo del 2019?

Desde ese lado, no hubo grandes avances. Y ese es el gran problema. Se necesitan cambios sustanciales. Hay clubes que ampliaron a 15 contratos, pero eso tiene que ver más con una política de esas instituciones en particular. Hay que preguntarse por qué es tan fuerte la presión que puede ejercer AFA a los clubes en ciertos temas, pero desde lo legal después deja que actúen a su modo. Por ejemplo, yo represento a varias jugadoras de fútbol y con los reclamos de las 13 jugadoras de Rosario Central, el club se manejaba con total discrecionalidad. Unas tenían contrato, otras no. La situación es difícil.


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En el artículo, varias jugadoras cuentan su experiencia y dicen que al reclamar por sus derechos, luego se quedan sin contrato o las desvinculan del club. ¿Ustedes cómo intentan protegerlas o incluso, colaborar con que más jugadoras conozcan sus derechos y puedan defender su lugar?

Con mi equipo trabajamos estratégicamente para darles el apoyo y el soporte legal que requieren estas situaciones. Brindamos capacitaciones, asesoramientos y charlas a decenas de jugadoras para que conozcan el convenio de trabajo que las incluye. Los clubes les dicen a sus planteles: "Si reclamas, te quedas sin nada" o "el futfem se va a terminar por tu culpa". Es una clara muestra del poder y de la cristalización del sistema patriarcal que busca intimidar y adoctrinar a las deportistas, a las que les generan un estigma para que se conformen con lo que hay y no luchen. El caso de Maca Sánchez aún está en juicio, por ejemplo. Y hay muchos más, con distintas situaciones por comprobar y reclamar.


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