Vivimos rodeadxs de imágenes. Vivimos, también, a través de imágenes, de signos y de símbolos. Representaciones que funcionan en red, en cadenas significantes, emocionales, que pulsan sentidos históricos e identitarios.
Algo, un cuadro o una foto, está en lugar de algo que no está ahí pero esa imagen, por decirlo de alguna manera, lo reemplaza. Hay imágenes políticas, pero también (sobre todo) hay una política de las imágenes.
¿Quiénes aparecen, quiénes son representados, quiénes viven en nuestra historia a través de su imagen, en los cuadros de una nación? Varones. Varones de masculinidades hegemónicas. Pareciera que esta patria la hicieron varones heterosexuales. Ellos solos.
El miércoles 7 de julio colgamos el primer retrato de una persona cuya identidad no es una masculinidad hegemónica en la Cámara de Diputadxs. Es el retrato de María Remedios del Valle. La imagen fue cedida por el Ministerio de Cultura de la Nación y se la ubicó en la Sala 1 del Anexo A de la Cámara de Diputadxs.
María Remedios del Valle fue una guerrera de nuestra independencia. El general Manuel Belgrano le confirió el grado de capitana por su protagonismo, lucha y valor en el campo de batalla.
Subir un cuadro de Remedios es un acto de justicia. De justicia social, política y poética. Un acto de reparación. Un acto que tiene la fuerza de lo simbólico, pero que sabemos que no alcanza. Un hecho político para permitirnos tener imagen en busca de ser protagonistas de nuestro destino social.
Necesitamos políticas públicas que impliquen a afrodescendientes e indígenas en su conformación. Necesitamos entender de una vez por todas que somos un estado plurinacional. Es decir, que nuestro territorio es habitado por múltiples naciones. Esta nación que tenemos hoy, tan occidental y eurocéntrica, tan blanca y colonizada, se vuelve por esos mismos motivos racista con nuestros pueblos. Nuestra historia es ancestral, es profunda, es negra, es mestiza, es de mujeres y de indígenas, es de rituales y saberes, de genocidios y de luchas, de tierra que canta su propia memoria. No empezamos hace 200 años.
Descolonizar es la tarea. Hablamos la lengua del conquistador y la vamos a usar para liberarnos, para hacernos fuertes y para recuperar y hacer renacer las lenguas indígenas que están muriendo y con ellas se pierde una historia, una forma de memoria oral, un conocimiento que no se puede transmitir.
Descolonizar la política es también descolonizar los modos en los que hacemos política y cómo esos modos, arbitrarios, construidos, históricos, se nos vuelven en contra y se internalizan como forma de ver el mundo. Venimos a descolonizar también nuestras mentes y nuestros cuerpos.
Estamos legislando y gobernando un cambio de época desde el transfeminismo, estamos haciendo una revolución del deseo, de sublevaciones y libertades, estamos empezando un nuevo ciclo. Estamos empezando algo que no sabemos aun lo grande que va a hacer. el oleaje de la historia nos lleva, por nuestra prepotencia de lucha y trabajo, hacia una vida social donde conviva lo justo, lo bueno y lo nuevo.
Hay un arquetipo del cual debemos despojarnos, los esquemas de víctimas y victimarios. Somos guerreras, resistentes y luchadoras. Somos una fuerza que nos excede, incontrolable, que habla a través nuestro y que tenemos la responsabilidad histórica de conducir hacia la victoria de los pueblos. Nosotrxs no conquistamos porque no somos conquistadores ni colonizadores. Nosotrxs hacemos revoluciones cotidianas, triunfamos de forma colectiva y reconocemos nuestros en la cara compañera.