Foto de portada: Victoria Eger
El 12 de octubre o el Día del Respeto a la Diversidad Cultural en Argentina es una fecha que intenta promover la reflexión histórica, el diálogo intercultural y el reconocimiento y respeto de la diversidad étnica y cultural. Entrevistadas por Feminacida, activistas y militantes latinoamericanas reflexionan sobre feminismos, interseccionalidad, colonialidad y multiculturalidad.
¿Qué implica tener una mirada multicultural dentro de los feminismos? ¿Por qué el feminismo blanco y hegemónico no es suficiente? ¿Cuáles son los reclamos de las mujeres indígenas y afrodescendientes? ¿Cómo erradicar el pensamiento colonizador arraigado tan profundamente en la cultura occidental?
Belén Torchiaro es feminista y musulmana, politóloga especializada en teorías feministas, estudios poscoloniales e interseccionalidad. En diálogo con este medio, introduce: “El colonialismo, en similitud con el patriarcado y pensado como una mirada de poder sobre América Latina, infantiliza nuestras sociedades en contraposición con la mirada europeizante de la civilización y la modernidad. El feminismo debe ser interseccional porque las luchas blancas no son las únicas que importan”.
Sobre los aportes del feminismo decolonial, sostine: “Siempre se estudia la historia de los feminismos marcando el 'ascenso de derechos’. Pero las luchas que se visibilizan siempre son las ‘luchas blancas’: la mujer ciudadana blanca y europea que buscaba el derecho al sufragio, por ejemplo. Pero esto anula las otras luchas, las de las mujeres campesinas e indígenas en América Latina, por nombrar unas”.
María Urquizu (Quechua), Cleonice Da Silva (Afrobrasilera), Alfonsina Agnelli (Lesbiana), Claudia Chaves Brun (Quechua), Patricia Paredes (Guaraní), Estefanía Cámera Da Boa Morte (Afrouruguaya) son integrantes de la Columna Antirracista (Negras, Indígenas, Racializadas, LGBTTIQ+) fueron consultadas al respecto. “El feminismo decolonial es un movimiento que irrumpe en los debates academicistas del feminismo eurocentrado para comenzar a demandar y visibilizar nuestros cuerpos racializados, cuerpos indígenas, cuerpos negros, cuerpos-territorio que aportan visiones de mundo históricamente silenciadas”, explican.
Así se introduce el debate dela triple opresión: por ser india o negra, por ser pobre y por ser mujer. “Al feminismo blanco que toma como único factor de desigualdad la condición de género hay que agregarle otros condicionantes: étnicos, la explotación colonialista-capitalista y el patriarcal. Y claro, sumar la cuestión de las diversidades sexo/género”, agregan. Además, sostienen que solo tomando posición desde sus identidades del Abya Yala, identidades invisibilizadas a través de los genocidios, y haciendo una lectura del mundo que las ha colocado en el lugar de la barbarie y lo salvaje, se podrá develar la historia oculta y silenciada.
No se trata de menospreciar las posibilidades emancipatorias del feminismo, pero ahora que se ha ganado terreno, es necesario atender a las particularidades internas para incluir a todes. Es evidente que hay condiciones universalizantes, aunque hay otras que son extremadamente particulares. “Debemos mencionar que los movimientos de mujeres indígenas de diversas naciones hablamos de la complementariedad y dualidad de la vida y no nos reconocemos como feministas. Aprendemos con las compañeras feministas a dialogar sobre las imposiciones del capitalismo y el patriarcado sobre nuestros cuerpos, racializados y empobrecidos, pero a su vez tenemos en nuestras historias la lucha de mujeres guerreras e insurgentes combatiendo contra la esclavitud y trata esclavista de las Coronas Europeas en Abya Yala”, declaran y agregan: “Diremos, entonces, que el feminismo decolonial aporta en lo comunitario cuando recuperamos esas identidades duales y complementarias, que no se significan en el feminismo, pero sí en la lucha contra el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo”.
La multiculturalidad tensiona las luchas
“La multiculturalidad deviene de abrir el espectro, incluir todas las luchas, abrir el ideario colectivo sobre qué deberían ser las luchas feministas, qué ingredientes deberían tener. Muchas veces excluimos ciertas luchas justamente por la mirada colonial, por el sesgo sobre la vida y el devenir de los pueblos y las culturas, excluimos a muchas mujeres de nuestras listas del ‘deber ser’ desde los mismos feminismos y esto está directamente relacionado con la posición de privilegio. Allí radica la importancia de entendernos desde la diversidad, desde la amplitud de miradas que hay para entender las diferentes prioridades”, reflexiona Torchiaro.
En sintonía, las compañeras del Colectivo Antirracista suman: “La importancia de la multiculturalidad es la posibilidad de visibilizar el racismo existente en los cimientos de todas las expresiones teóricas, de toda la cultura hegemónica donde no somos parte, donde somos vistas como ‘las inferiores’, ‘las salvajes’, ‘las que en tres minutos no pueden plantear una idea’ y ese es el eje de la cuestión, que tenemos otros tiempos y modos de organizarnos, tanto las Naciones Indígenas como las Afrodescendientes. Entonces como Indígenas/negras, ¿cuáles son las demandas? ¿Las prórrogas de los desalojos territoriales? ¿La falta de territorio? ¿La represión estatal para canjear territorios por deudas de los gobiernos? ¿Las políticas de desnutrición sobre los cuerpos de las niñeces? ¿El empobrecimiento sistemático de indígenas y afros? ¿El no reconocimiento de los derechos cósmicos? ¿Una educación sarmientista negadora de las lenguas que invisibiliza identidades? ¿La banalización de las medicinas ancestrales íntimamente ligadas con el marketing de la industria farmacológica?”.
No es reciente el reclamo de las mujeres indígenas y afrodescendientes que no son solo al Estado como se ve en sus reflexiones, sino que también lo son hacia el interior de los feminismos. Y sostienen que la diversidad desde las voces protagonistas sin intérpretes siempre enriquece los debates, posibilita repensar nuestras certezas y nos invita a tener una mirada crítica sobre la construcción hegemónica europea de las culturas. De ahí la importancia de la “multiculturalidad”, allí se centra la necesidad de conocer y compartir pregonando la circularidad de la palabra que no impone ni atropella.
¿Por qué el feminismo blanco no es suficiente?
“El feminismo hegemónico está basado en principios ordenadores con una mirada desde la blanquitud, el etnicismo, los conceptos de ‘la modernidad’ y ‘la verdad’ como si fueran los únicos válidos”, dice la politóloga Belén Torchiaro y suma que es la mirada androcéntrica que piensa todo desde un único núcleo, que pretende determinar cuáles son las necesidades de todos los colectivos, la que justamente se centra el pensamiento colonial que es necesario deconstruir para levantar el telón que no permite entender que todas las luchas son válidas y que se dan a multinivel, aunque para ciertos grupos puedan parecer insignificantes porque están saldadas.
Sobre esto, las activistas indígenas y afrodescendientes aportan luz y muestran: “El feminismo hegemónico no es suficiente porque desconoce las cosmovisiones de los otros pueblos, del mundo indígena, del mundo afro, desconoce las problemáticas que hay tanto de lo urbano como de las comunidades alejadas de las ciudades. No alcanza con una tesis, no alcanza con dos años de investigación para conocer, no alcanzan las categorías que las academias crean y el feminismo toma para sus investigaciones. No alcanza porque se pierde ahí, en esa universalización de datos, lo rico de nuestras culturas. Actualmente convivimos con más de 36 naciones indígenas y comunidades afrodescendientes en la República Argentina que habitan y conviven en diferentes territorios, que estamos en un intenso trabajo por recuperar, así como las prácticas de nuestras culturas y fundamentalmente nuestras lenguas, que a fuerza de torturas y castigos, intentaron erradicar hasta casi hacerlas desaparecer imponiendo el castellano. El feminismo hegemónico no cuestiona el racismo desde las bases, no vive en lo cotidiano el racismo sistemático y estructural”.
Erradicar el pensamiento colonial es posible
“Es un trabajo constante: desde la mirada que aplicamos al interpretar una noticia en donde vemos una mujer musulmana y automáticamente creemos que es oprimida porque tiene velo, sin tener ningún tipo de conocimiento; hasta reconocer que vivimos en una sociedad racista y racializada, en la que nos educaron. Y pensar y preguntarnos cuánto conocemos sobre colectivos de mujeres negras, cuánto leemos sobre mujeres negras, cuántas personas con las que nos vinculamos son negras o musulmanas, con qué ojos analizamos y establecemos categorías sobre estas mujeres. Vivimos en una sociedad racista pero, ¿de repente nadie es racista?”, desarrolla Torchiaro.
Hace unos meses, en diversos medios, portales y redes sociales la politóloga ponía sobre la mesa estos mismos debates en torno a la toma del poder por parte de los talibanes en Afganistán y la espectacularización que se vivía en torno a los cuerpos-territorio de las mujeres musulmanas a partir de una mirada occidentalista y colonial. Para todos los casos, la mirada occidental frente al “oriental”, al diferente, y por lo tanto inferior, implica subjetividades arraigadas, un modo de conocer el mundo que se centra en la diferencia y la excluye porque no la entiende.
Sobre esta cuestión, las integrantes de la Columna Antirracista destacan: “Urge poner en debate la educación hegemónica sarmientista, en todos los niveles de enseñanza. Decolonizar la educación hegemónica que atenta contra la construcción de nuestras identidades indígenas y afros. Desde que ingresamos al sistema educativo tenemos un primer conflicto con nuestras lenguas que son negadas hoy y fueron negadas ayer por el conquistador. Debemos visibilizar el racismo académico para fortalecer las identidades de hermanas que están dando debates en el ámbito académico y así deconstruir el pensamiento eurocentrado”.
Los cambios en la agenda feminista
“Lo central es dialogar con colectivos distintos, diversos, dialogar a multinivel, interseccionalmnete. Trabajar con los colectivos LGBTTIQ+, colectivos indígenas, colectivos reformistas dentro de todas las identidades religiosas. Lo que sí se ve son agendas feministas que dialogan entre similitudes, en los mismos lenguajes. Pero lo más enriquecedor es dialogar desde otras latitudes, desde lugares situados distintos y allí empezar a hacer esos ‘viajes conceptuales’ hacia esas otras necesidades. Empezar a tender puentes, tejer esa red amorosa que es parte de la política afectiva de los feminismos y que se construye interseccionalmente”, apunta Torchiaro.
Dentro de las particularidades de los movimientos de Mujeres Indígenas y Afrodescendientes creen que, sumado a lo ya planteado, se deben incluir cambios pendientes como interpelar espacios donde las mujeres se encuentran a repensar el ámbito público, como en los Encuentros Nacionales de Mujeres: “¿Somos plurinacionales? ¿Son prácticas políticas desde y con los territorios o es solo una cuestión de nombrarnos sin incluirnos participativamente? Dentro de las instituciones que diseñan políticas públicas, ¿se cumple con el consentimiento libre e informado para con las comunidades o son meras ‘campañas publicitarias’ bajo un falso maquillaje de diversidad? Es necesario fortalecer las identidades indígenas y afros, para que las instituciones no continúen domesticando, homogenizando la cultura que no tiene nada que ver con la tierra, ni con nuestras lenguas, ni con nuestra espiritualidad. Es por eso que el sistema colonialista, racista, patriarcal y capitalista intenta generar culturas vacías de contenido étnico o multicultural, como al universalizar las culturas en un feminismo blanco o cultura blanca.
En el día del Respeto a la Diversidad Cultural, que no es una fecha de celebración en absoluto sino que recuerda y nombra la necesidad de reflexionar sobre la catástrofe de la conquista sobre el Abya Yala. En este sentido, las compañeras antirracistas remarcan: “El 11 de octubre lo recordamos como el Último día de libertad para los pueblos del Abya Ayala y el 12 como Día de la resistencia indígena contra la invasión y el genocidio. Dos fechas que quedan totalmente anuladas de los esquemas institucionales. Estas fechas no pueden ser un feriado o una efeméride, deben trabajarse en todos los ámbitos institucionales y niveles escolares recuperando una historia descolonizada, la historia de nuestras guerreras que honraron con sus vidas otra historia, la que escriben nuestros pueblos originarios y afrodescendientes. Sin ellas no habría historia, y no existiría nuestra simbología negra e india, sin elles no habría descendencia, no habría multiculturalidad”.