Con el impulso de la semi-profesionalización del fútbol femenino en marzo de 2019, se activó la visibilidad de las mujeres y disidencias en clubes deportivos, lo cual se tradujo en que diversas instituciones abrieran espacios de intercambio y debate sobre género, fútbol e igualdad.
El ascenso argentino, signado por las desigualdades económicas que abren paso a la violencia, se volvió una arena de lucha para mujeres y disidencias que pretenden transformar al deporte desde sus bases.
Estos cambios a nivel nacional repercuten puertas adentro y se expresan en la conformación de departamentos, secretarías, organizaciones disidentes y grupas de hinchas, socixs y simpatizantes que avanzan como una nueva corriente que se abre paso contra las desigualdades y la violencia. ¿Cuáles son los principales obstáculos al momento de conformar estos grupos de trabajo? ¿Qué desafíos particulares atraviesan a los clubes del ascenso? ¿Quiénes participan de estos departamentos y de qué manera lo hacen?
A fines del 2019, la Asociación Argentina de Fútbol (AFA) comunicó la creación de su Departamento de Equidad y Género, un espacio que tiene por objetivo trabajar por la inclusión de mujeres, infancias, adolescentes, comunidades indígenas y personas con diferentes discapacidades en el fútbol.
En este contexto de crecimiento de la cantidad de mujeres y disidencias que se suman a practicar fútbol, las instituciones se pueblan de infancias, jóvenes y adultxs que aportan frescura y nuevas ideas a los históricos clubes barriales del ascenso. Por ejemplo, se abren debates acerca de los vestuarios no binarios; el dictado de talleres sobre ESI y noviazgos violentos; el reconocimiento a personajes femeninos que han atravesado la historia del fútbol en los barrios; se deconstruyen los vínculos entre deportistas; y se cuestiona el cupo de mujeres y disidencias en las comisiones directivas o espacios de decisión de los clubes.
Desde el punto de vista legal, estos intercambios se han enmarcado en diversas normativas. Una de ellas es la Ley Nº 27.202 de Deporte, la cual estableció en 2015 que debe existir un cupo mínimo del 20% para mujeres y jóvenes menores de 29 años en las comisiones directivas de las asociaciones civiles deportivas; aunque según un informe de Argentina Amateur, a nivel nacional, entre mil dirigentes, las mujeres alcanzan una presencia del 17%.
Clubes que abren la cancha
El Club Almagro, con 110 años de historia, es una de las instituciones que se suman a estos debates por la igualdad en el acceso al deporte. El equipo de José Ingenieros con sede en el histórico barrio porteño, conformó su Departamento de Equidad y Género en julio de 2020, cuando en plena pandemia la Comisión Directiva sugirió su creación. De acuerdo a María Luz Fiorelli, representante de este espacio, “gran parte de la Comisión directiva se mostró muy entusiasmada por la creación del departamento y lo demuestran constantemente en la participación de las distintas propuestas y en la interacción positiva en las publicaciones. Otro sector no entendía bien la finalidad de este espacio, pero con el tiempo pudieron ir conociéndolo y aceptándolo”.
Con 14 integrantes (13 mujeres y 1 varón), el Departamento se rige por tres principios (igualdad, tolerancia y respeto), y tiene por objetivo trabajar colaborativamente para construir un club en el cual se persiga la equidad, la igualdad de los géneros y la inclusión de las disidencias en la práctica deportiva; a partir de la visibilización y el acompañamiento.
A 25 cuadras de distancia, Estudiantes de Caseros también se sumó al debate por la inclusión en el deporte. En esta institución, el espacio está integrado por 7 personas (4 mujeres, 2 varones).
Fernanda Ramírez, referente del Departamento de Género, explica: “surgió de la Subcomisión de Mujeres, que venía funcionando desde 2018, porque entendimos que era necesario crear un espacio institucional en el cual se aborden cuestiones relacionadas al género y la diversidad, a la participación, y también se visibilicen situaciones de violencia de género y vulneración de derechos.” Su Comisión Directiva acompañó esta creación, ya que desde la AFA se está sugiriendo a los clubes contar con comitivas abocadas a estas tareas.
Rivales, no enemigxs
Más allá de las problemáticas de género y violencia que atraviesan a toda la sociedad, particularmente, los equipos del ascenso nacional están signados por una identidad barrial y por la puja de espacios compartidos con históricos rivales, a los cuales se pretendía desmoralizar por medio de diversas estrategias (entendiendo por éstas a los goles en los clásicos, los cantos, las corridas, las riñas y los insultos en redes sociales).
Apoyadxs en estas similitudes, lxs integrantes del Departamento de Equidad y Género del Club Almagro y del Departamento de Género del Club Estudiantes de Caseros se reunieron en septiembre del 2020, para aunar esfuerzos en el marco de actos de vandalismo cometidos por grupos de hinchas en cada una de las canchas.
Bajo el lema “rivales, no enemigxs”, lxs integrantes de ambos departamentos acordaron redoblar esfuerzos para romper con el mito del odio, la destrucción y el pisoteo del rival como única forma de relacionarse; lo cual no disminuye, sino que aumenta y dignifica el amor por los colores de cada club. Este acuerdo entre ambas instituciones se vio reflejado en una reunión virtual que compartieron integrantes de ambos departamentos; mientras que también se publicaron en redes sociales mensajes de concientización en contra de la violencia en el fútbol, y se abrió la cancha para realizar talleres sobre género y deporte en cuanto el contexto lo habilite.
“Creímos que la mejor manera de dar un mensaje en contra de la violencia, era que podamos compartir una actividad. No creo que cambie la forma de ver un clásico, pero lo que va cambiando es como percibimos al ‘rival’, entendiendo que pasan por lo mismo que nosotrxs, solo que con otros colores”, señaló Roxana Andrada, integrante del Departamento de Equidad y Género del Club Almagro.
Esta también es la postura de Nicolás Gatto, único representante varón dentro del espacio tricolor, quien señala: “La diferencia entre un/a rival con un enemigx es que con el rival une compite y al final de la partida somos pares, puede haber amistades, charlas, chistes, chicanas y hasta inclusive bronca por el resultado en cuestión, pero todo termina cuando termina el juego, une no le desearía el mal.”
En la misma línea, Fernanda Ramírez, quien forma parte del Departamento de Género y Diversidad del Club Estudiantes de Caseros, declaró que el objetivo de aquel encuentro fue realizar un primer acercamiento desde lo territorial, y conocer un poco los pasos del otro club, además de poner en común situaciones que se experimentan de forma similar en las dos instituciones.
Sobre esta experiencia común que atraviesa los límites de los colores, agregó: “Está cambiando la forma de ver los clásicos. La diferencia entre rivales y enemigxs, es que la sociedad de consumo va a preferir que seamos enemigxs, lo cual es muy patriarcal, porque te impide ver al otrx como aliadx. La rivalidad es linda cuando es motivadora, y no pensada como una expresión violenta. Creo que al reunirnos pudimos dar un mensaje sobre esto.”
De hecho, por más que la rivalidad histórica une a ambos clubes, tanto Almagro como Estudiantes tienen objetivos comunes, tal como el Protocolo contra la violencia de género que alcanza a todxs lxs miembrxs de ambas instituciones deportivas.
En el caso de Almagro, este documento ya está elaborado y aprobado por la Comisión Directiva, a la espera de la votación para su inclusión en el Estatuto del club, asamblea de socixs mediante.
De acuerdo a Giuliana Gallo, integrante y participante de la redacción de este documento para el club de Ingenieros, éste “es clave para darle un marco legal a una situación que todxs conocemos, vemos o experimentamos, que nadie la va a negar, pero que si no tiene un encuadre no te podés resguardar como hincha o socix".
En la misma línea, agrega: "El protocolo es una forma de comunicar a todxs lxs integrantes del club que no nos da igual, que no les damos la espalda ni natualizamos esa violencia, sino que la combatimos. Por eso es tan importante que se incluya en el estatuto, porque implica que lxs socixs decidieron que esto sea parte del club, independientemente de comisiones y de lxs dirigentes de turno.”
Por su parte, en Estudiantes de Caseros, según señala Fernanda Ramírez, el documento está prácticamente listo y podría ser votado en 2021, lo cual supone una gran noticia para las infancias, mujeres y disidencias que se ven protegidas por dicha normativa.
Patear la pelota hacia adelante
¿Cómo comenzar a trabajar para prevenir y erradicar la violencia en el fútbol? ¿Existen resistencias por parte de las comisiones, hinchas o socixs? ¿Qué espacios y recursos están disponibles para desarrollar las tareas de los departamentos de género? Trabajar por la igualdad y la equidad en los clubes del ascenso presenta desafíos particulares que atraviesan a las instituciones de forma similar, entre las que se destacan la falta de un presupuesto específico y la baja participación de mujeres y disidencias en las Comisión Directivas.
Si bien representantes de ambos clubes señalan que de momento el presupuesto no es necesario, acuerdan en que la posibilidad de contar con dinero debería ser un horizonte próximo en vistas de las nuevas actividades y de la mayor participación que se pretende lograr. En cuanto a la segunda limitación, tanto en Almagro como en Estudiantes, el número de mujeres/disidencias que participan de la Comisión Directiva se cuenta con los dedos de una mano; situación que ambos clubes pretenden modificar de cara a los procesos electivos del 2021.
En este camino, ambas instituciones planean alcanzar nuevas metas y objetivos durante el año que comienza. En el caso del club de Ingenieros, Roxana Andrada señala: “Almagro es el club de mis sueños. Tener la posibilidad de que sea más equitativo, más tolerante, con mayor participación sería lo ideal”, por eso insiste en que el objetivo de este año es lograr que la asamblea de socixs apruebe el protocolo contra la violencia de género.
En el caso de Estudiantes, Fernanda Ramírez manifiesta que sueña con “un club cada vez más participativo e inclusivo, en donde las mujeres y disidencias puedan participar cada vez más de las decisiones, desde la comisión. En la misma línea, concluye: “De cierta forma, el club de mis sueños se acerca bastante a lo que estamos viendo ahora, porque se fueron abriendo algunas puertas, y va siendo el club de mis sueños respecto a lo que vivía cuando iba a la tribuna de chica”.
Y si de soñar en grande se trata, el fútbol femenino está a la orden del día. Porque si bien desde la semi-profesionalización de este deporte practicado por mujeres y disidencias se han abierto muchas puertas, las normativas y los departamentos de equidad, género y diversidad son letra muerta sin lxs cuerpxs que se suman a participar, a tejer redes, a militar el deporte en los barrios, a luchar por más y mejores presupuestos, a debatir las canciones de la cancha y sus conductas violentas, a gambetear las dificultades para estrellar un bombazo al ángulo en el cierre de un partido que el patriarcado comienza a perder.