Foto: Martina Perosa
En la Ciudad de Buenos Aires, los espacios culturales fueron los primeros en replegarse cuando comenzó la pandemia. Desde el 12 de marzo, una semana antes del decreto presidencial, debieron cesar sus actividades y esperar el regreso de los encuentros multitudinarios. Desde entonces reclaman la sanción de la Emergencia Cultural en la ciudad, pero aunque eso aún no sucedió no se han quedado de brazos cruzados. ¿Qué estrategias encontró la cultura under para subsistir a seis meses de puertas cerradas? ¿Cuáles son las demandas que hoy hacen al Estado?
Según el informe del 2019 realizado por el Observatorio de Culturas Políticas y Políticas Culturales (OCPPC), la ciudad cuenta con más de 450 espacios culturales independientes incluyendo centros culturales, salas de teatro, milongas y clubes de música en vivo. A este número se deben sumar las librerías independientes, galerías y les miles de artistas de danza, circo, música y otras artes que integran el sector. “Algo que quedó en evidencia en la pandemia es el alto nivel de precarización que tienen los trabajadores de la cultura, van fluctuando de un lugar a otro, muchas veces no son trabajos en blanco”, sostiene Maru Bielli, legisladora porteña por el Frente de Todos y vicepresidenta de la comisión de cultura. Por eso, cuando el aislamiento y la fase 1 llegaron fue uno de los sectores que se vió afectado profundamente.
A comienzos de la cuarentena, Bielli desarrolló un proyecto de ley que buscaba dar respuesta a la inminente crisis que suponía mantener los espacios cerrados. La declaración de la Emergencia Económica en el sector Cultural Independiente porteño, la exención de impuestos, los subsidios para el pago de alquileres y una ayuda económica mensual por el valor de medio salario mínimo, vital y móvil son las medidas que se proponen. Además, se presentaron otros proyectos que atienden a áreas específicas de la cultura. Todo esto teniendo en cuenta que el 11 por ciento del Producto Bruto Interno de la ciudad depende de estas actividades, sin contar el rol fundamental que cumplen a la hora de acompañar, sostener y encontrar a les ciudadanes. La multisectorial cultural comenzó a gestarse a partir del reconocimiento de la problemática que, como en otros casos, es de larga data pero se profundiza en este contexto.
Ante la emergencia, organización
“Comprendemos lo complejo e inesperado de esta situación y apoyamos que la prioridad es y debe ser la sanitaria. De todas formas, exigimos que se tomen medidas extraordinarias urgentes y que se declare la emergencia cultural como primer paso para comprender, todes juntes, cómo vamos a reconstruir el tejido cultural de nuestra casa cuando todo esto haya pasado”, declaran desde la multisectorial a través de un comunicado en el que buscan juntar firmas.
Este espacio nuclea a más de 60 organizaciones ligadas a la cultura, como Movimientos de Espacios Culturales y Artísticos de la Ciudad (MECA), Cámara de Clubes de Música en Vivo (CLUMVI), Profesores de Teatro Independiente (PIT), Espacios Escénicos Autónomos (ESCENA), Feria del Libro Feminista (FILFEM), entre las más reconocidas. Una de las ideas que guía estos reclamos es que “la cultura cumple un rol social fundamental generando espacios de inclusión y visibilización de sectores de la población históricamente postergados como la comunidad LGBTTIQ+, personas migrantes, afrodescendientes o en situación de calle”.
Las respuestas del Ministerio de Cultura de la ciudad, presidido por Enrique Avogadro, y de la legislatura no fueron satisfactorias. El proyecto de ley de Emergencia Cultural fue cajoneado y, si bien aumentó el presupuesto para las líneas de fomento en el área cultural, no se crearon líneas extraordinarias. Es decir, el dinero se destinó a los institutos de fomento tradicionales que funcionan con concursos en los que se presentan proyectos concretos que pueden ser o no aprobados.
“Buscan que generes una contraprestación o que compitas con otros para que te asignen esos recursos. Muchos artistas nos encontramos presentando proyectos de obras que no podemos hacer porque no podemos actuar”, dice a Feminacida Cecilia Gruner, artista e integrante de ESCENA y PIT. Para ella, el mayor problema es que no se tienen en cuenta las distintas realidades socioeconómicas a la hora de brindar los subsidios.
Ante estas medias soluciones, las organizaciones no se quedaron de brazos cruzados. “Esta situación nos llevó a generar lazos mucho más cercanos y solidarios entre las distintas ramas de lo cultural”, asegura Gruner. Desde la multisectorial comenzaron a reunirse para realizar un diagnóstico de situación, que según Gruner fue "desolador", y para pensar acciones conjuntas que permitieran visibilizar la emergencia. De esas reuniones surgieron los “Jueves de cultura”, una serie de videos que dan cuenta de la emergencia. Allí afirman que “no falta plata, falta decisión política”. Estas piezas audiovisuales fueron publicadas por los distintos espacios que componen el frente de lucha y culminaron con un festival online el 24 de septiembre. Al preguntar qué acciones piensan realizar a futuro para continuar con los reclamos, Cecilia Gruner agrega: “Además de los proyectos de ley, estamos pidiendo informes de presupuesto a los organismos de cultura para saber exactamente cómo se ejecutaron porque vemos algunas cosas que nos llaman la atención”.
Hoy los pedidos que hacen al gobierno van más allá de la declaración de la emergencia cultural. En su página web reclaman un registro de trabajadoras y trabajadores de la cultura, la implementación de una renta cultural extraordinaria mientras dure la emergencia sanitaria y se pueda volver a trabajar, la aprobación de los distintos proyectos de ley presentados y la creación de una mesa de trabajo con el Ministerio de Cultura de CABA para participar en la conformación y distribución del presupuesto 2021. Según la legisladora Maru Bielli, este último punto es central. “El presupuesto de cultura requiere de una revisión integral. Hay una diversidad de actores, de voces, de experiencias y de espacios culturales que no tienen financiamiento, ahí se ve cuál es el modelo de cultura que tiene quien gobierna la Ciudad”, afirma a Feminacida.
La cultura no se detiene
Fabiana Mozota es artista, profesora de teatro y gestiona su propio espacio cultural con dos compañeres. El aislamiento la llevó a buscar formas colectivas de repensar y reconvertir su trabajo en las artes escénicas. De esta manera llegó a PIT, una organización de profesores de teatro que se gestó en el marco de la pandemia, y se unió a la comisión de herramientas donde desarrollaron estrategias conjuntas para seguir dando clases de teatro. “Había compañeres que no se animaban, que no podían tolerar la idea de dar clases por Zoom”, comenta. Sin embargo, PIT creció exponencialmente en muy poco tiempo y sirvió de refugio a muches profesores en este contexto inverosímil. En este momento, participan de distintas maneras más de 300 personas y las tareas que se llevan adelante son diversas: festivales, una revista, talleres, capacitaciones, un censo para reconocer a su población, entre otras. La organización es un espacio de autogestión que logró reunir a un grupo que antes no tenía representación específica como son les profesores de teatro.
Más allá de los emergentes que PIT supo abordar en estos seis meses, quienes forman parte van desarrollando nuevas propuestas que van más allá de la coyuntura. “Dentro de la comisión de herramientas, junto con la de niñes y adolescentes y con la de mujer, géneros y diversidad empezamos a armar charlas e intercambios vinculados a temáticas de ESI”, cuenta Mozota. La intención es realizar una capacitación en esta temática porque entienden que, si bien la ESI está pensada para educación formal, a elles también les atraviesa e interpela en sus prácticas. “Somos muchas personas y de esta manera nos encontramos, nos repensamos y también reclamamos”, concluye la docente.
Otra propuesta que le hace frente a la pandemia son las postas sanitarias culturales, una iniciativa de Mu La Vaca que fue retomada por ESCENA. Todos los domingos se hace una posta diferente en salas de la ciudad. “Lo que buscan es visibilizar a los espacios de la ciudad, ponerlos en vínculo con la comunidad, trabajar el vínculo del espacio con su territorio porque nosotres creemos que los espacios culturales son espacios de transformación”, dice Gruner. Desde un trabajo con lo político, lo sensible y lo poético intentan sacar al arte de un lugar de peligrosidad, como foco de contagio, y volver a hacerlo accesible para todes.
“Este es uno de los saldos que nos deja la pandemia en términos positivos. Nos deja los lazos y las redes que se generan, esperamos persistan más allá de la urgencia y el reclamo específico”, concluye Bielli como reflexión sobre el frente multisectorial. Les trabajadores de la cultura independiente se sostienen hoy gracias a la autogestión que vienen practicando hace años. Sin embargo, las respuestas estatales son imprescindibles para que este sector continúe funcionando.