Esta semana resonó en todos los medios y redes sociales una anécdota sobre Malena Guinzburg que nos gustaría que no fuera real, pero que es la consecuencia de la sociedad gordo odiante en la que vivimos. Su papá, antes de entrar a la secundaria, la internó en Cormillot para "empezar más flaca" y, de alguna forma, que tenga "una imagen más linda". Dice que le molesta más su gordura que ser petisa, porque ser gorda es más cruel. Adhiero totalmente, el COVID lo dejó demostrado: le teníamos más miedo a engordar que a morirnos durante la pandemia que estábamos atravesando. Así que sí, vivimos en un mundo donde la delgadez es el estereotipo que rige por sobre el resto, los cuerpos flacos son los que tienen privilegios y derechos, dejándonos a las personas gordas de espectadoras.
Allá por el 2016, cuando un gran amigo cumplía años, me propuso armar un monólogo en conjunto para hacer reír a sus invitados en su fiesta de 30 años. Me pareció una idea espectacular, desde la total ignorancia de cómo se escribe y cómo hacer humor. Lo llevamos a cabo y, para nuestra sorpresa, gustó mucho y pensamos: "¿Por qué no empezar a presentarnos?" Armamos un show que se llamaba "El vello y la bestia" y, a la par, empezamos a estudiar.
Ya se imaginarán quien era "la bestia". Era presentada de la siguiente manera: “Hoy teníamos una modelo de lujo, pero se bajó, así que trajimos lo que conseguimos, una con medidas 160-160-160”. Y de yapa, yo entraba con el tema “gorda puerca” de Asspera. El absurdo y lo bizarro funcionaba bárbaro. Tenía todo un bloque de autobardeo, sobre qué es ser gorda, coger y existir. “Che gorda, tu novio te está cagando”. Y yo respondía: “¿Me dijiste gorda?”. Millones de chistes que escondían años de un closet que recién estaba saliendo a la luz. Ese mismo humor que me protegió de pequeña, y quizás, a Malena también. Porque como dice ella, "es muy difícil". Una sociedad que jerarquiza estereotipos, donde ser gorda es lo peor que puede pasarte, o buscás la forma de sobrevivir o no querés existir más.
Mi bloque duraba aproximadamente 20 minutos. De todos los chistes que tenía, los que más funcionaban y hacían reír eran los de “ser gorda”. Yo bajaba orgullosa del escenario porque, de alguna forma, era verme como la gorda que triunfó, la que ahora la ven. Lo que no me estaba dando cuenta es que había muchas cosas por lo que yo ya era, solo que todavía no podía verlo.
Malena también habla de los vínculos sexoafectivos que tuvo y trae una pregunta: "¿Me gustaba o solo era porque “me daba bola”? Un temón “estar de novia”. El amor romántico nos hizo mucho daño. Pero si lo vemos de forma interseccional (ser mujer y gorda), hay para rato. Porque tenemos que entender que somos socializadas como gordas. No somos ni Malena ni Sami, somos “la gorda del curso” o “allá va la gorda”. De repente somos solo nuestro cuerpo y ni identidad tenemos.
Yo también fui la gorda que estuvo de novia: salí con pibes que me aburrían, que me daban vergüenza, o peor, que ni me gustaban. Pero bueno “la gorda estaba de novia” y eso era un logro que mostrar. Como la medalla que ganás en una competencia. Todavía recuerdo el perno que me parecía gastar mi tiempo en alguien que “ni fu ni fa”. Lo único que pensaba adentro mío es que “era lo que me merecía”. Otras épocas donde no nos cuestionábamos ni se hablaba de diversidad corporal, ni de feminismo, ni cómo vincularnos.
Después de decir todo esto, tratando de generar una empatía con quienes leen y quizás que rebote en la sociedad con algo de sensibilización, todavía cuesta que se nos reconozca y no quieran sacarnos la carta de “te lo digo por tu salud”. Toda esta violencia ejercida hacia nosotres es sostenida no solo por un cis-tema, sino por quienes le son funcionales: el modelo de salud pesocentrista, la industria de la dieta y el adelgazamiento, y los medios de comunicación que, mas allá de que ahora nos dan un poco más de lugar para hablar, siguen reproduciendo los mismos estereotipos, donde las gordas no podemos ser felices y tener una vida digna.
Malena es Sami. Sami es Malena y todas las gordas nos abrazamos y nos interpelan las mismas cosas. Eso hace que nos abracemos en una “gordoridad” donde intentamos sanar las heridas de la gordofobia entre todas. Todas ellas que las hablamos, que las hacemos humor, que las lloramos, las estamos transformando en pelear por un mundo donde exista, se nombre y se exprese desde, por y para la diversidad corporal, que los derechos existan para todes. Malena es comediante, productora, guionista y muchas cosas más porque tiene una carrera gigante. Cada una de nosotras somos mucho más que el tamaño de nuestros cuerpos. Somos gordas pero no “LA GORDA”. Somos Malena. Somos Sami. Somos todas.