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Mujer rima con Roma

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Roma, de Alfonso Cuarón, es una película de mujeres y para mujeres, para lxs poetas y los amantes del cine, de los dramas, de los sueños.

La película narra un año en la vida de una familia mexicana de clase media alta y de Cleo, su joven empleada doméstica, al comienzo de los 70. Los conflictos empiezan a tejerse en paralelo y rápidamente puede verse como Cleo y Sofia, dueña de casa, se constituyen como verdaderas protagonistas de la historia.

El director creó la película con base en recuerdos de su infancia. Entre las imágenes se mezclan momentos cotidianos con hechos trascendentes de la historia mexicana reciente. En una escena, mientras Cleo está en una mueblería, se ven por la ventana del local los hechos de “El Halconazo”: suceso en el que cientos de estudiantes fueron reprimidos y asesinados por un grupo parapolicial cuando se manifestaban por un conflicto en la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Roma es una película que debería ser vista en cine, aunque esté producida por Netflix, es necesario verla en una sala para disfrutarla completamente, porque es una experiencia sensorial. Te envuelve: con la fotografía que crea momentos visualmente poéticos y, también, con el sonido diseñado para que se escuche desde diferentes direcciones.

El film funciona como el mar. Y así vas entrando en Roma, sin darte cuenta. Desde el punto de vista de las protagonistas logra sentirse el desamor de los hombres con los que se relacionan, y se sobrelleva con ellas la violencia afectiva, psicológica, física y financiera que les hacen padecer. Hay una trasmisión de ese dolor, del temor y la ansiedad.

Cleo y Sofía son mujeres duales, como las de verdad; mujeres débiles y fuertes, sumisas y poderosas, crueles y bondadosas; mujeres que sufren y gozan, que viven sus primeras experiencias sexuales, que son madres o que no quieren serlo. Están explícitos los dolores del parto y la desesperación en un hospital rebosante de vida y muerte, lleno de personas bulliciosas que desorientan. Los espectadores también estamos en esos pasillos.

Íntegramente filmada en blanco y negro es una pieza de belleza y armonía. No necesita los colores, sólo las emociones que trasmiten los personajes. Roma es una película para este tiempo en el que hablamos y nos abrazamos entre nosotras.


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