Ariadna Arrigoni es técnica en la Subsecretaría de Fortalecimiento Productivo y Sustentable para Pequeños y Medianos Productores Agroalimentarios de la Nación. Ari, para quienes la conocen, tiene tonada mendocina al hablar y los pies puestos en los caminos del norte provincial. Vive en La Granja, una pequeña localidad de las Sierras Chicas de Córdoba y es mamá de Lucía y Valentina. Hace 20 años se recibió de Ingeniera Agrónoma y quiso trabajar con mujeres rurales. “Siempre estudié y me preparé para esto”, manifiesta la entrevistada.
En diálogo con Feminacida, Ariadna cuenta sobre MURUPUE (Mujeres Rurales, Pueblo y Territorio), una asociación civil que está gestando junto a ocho compañeras. Desde el paisaje del noreste cordobés se enuncian y emergen cuerpos, identidades, voces y subjetividades de todas y cada una de las mujeres rurales, las campesinas, las del monte, y tantas otras, como historias de vida para potenciar la construcción de saberes de manera colectiva. Agricultoras, productoras de bienes y recursos, campesinas y hacedoras de proyectos demuestran que otra forma de habitar la tierra es posible.
El estudio “Las nuevas generaciones de mujeres rurales como promotoras de cambio”, realizado por el Ministerio de Agricultura en 2015, demuestra la participación activa y mayoritaria de las mujeres en las organizaciones territoriales. En los últimos años fueron ocupando espacios que los varones dejaron por migración o por ocupación en trabajos extra prediales. Según el informe, “el mismo proceso de empoderamiento las llevó a tomar conciencia de la necesidad e importancia de lograr visibilidad en tanto productoras” y reflexionar sobre cuestiones que afectan al colectivo de manera directa.
¿Dónde radica la potencia del proyecto MURUPUE?
En el territorio como cuerpo propio. Mi enfoque de trabajo es socioterritorial: conocer el territorio, trabajar con los distintos actores que hay, vincularnos y organizarnos. Nosotras como mujeres, cómo volver a nuestro territorio, el territorio de la maternidad, el territorio tuyo versus el de tus hijos e hijas.
¿Pensar el territorio en tanto espacio interno, cuerpo, libertad y empoderamiento?
Y en el territorio productivo que tenemos las mujeres, en tanto identidades campesinas y rurales. Poder, fuerza, construcción. Relacionado también a la educación en contextos de ruralidad En la organización hay una rama dedicada a lo educativo. Desde MURUPUE nos planteamos visibilizar a las mujeres rurales. Y trabajar con las mujeres rurales, con las jóvenes y con la niñez. Una de las integrantes es profesora de cerámica y otra es psicopedagoga. Soñamos con talleres donde podamos llevarles arte a los chicos, y que descubran una Frida Kahlo, que puedan tener contacto con lo cultural que casi no les llega. Otra rama es la Comunicación Social: una de las chicas hace un programa de radio que se llama "Voces del norte". Desde ese programa nos hemos acompañado con la idea de que estas voces tienen que ser escuchadas. Aprender a oir y llevar las voces de lo cotidiano.
¿Cuál es la dimensión y significación de la radio en el contexto rural?
El lugar de la radio es clave, y no solo para hacer llegar información sobre salud por ejemplo, sino para que las voces de las mujeres y sus historias se puedan escuchar. Otro de los pilares de MURUPUE es Género y Salud. Nos interesa y ocupa el tema de género y las desigualdades en las tareas de producción y reproducción de lo doméstico y lo laboral en la ruralidad, así como también la violencia de género. De allí que planteamos la visibilización de las mujeres y la recuperación o defensa de sus territorios, los del cuerpo y la identidad, A partir de historias de vida que vamos conociendo en el campo, venimos problematizando sobre las diversidad de identidades en los contextos rurales y campesinos y las dificultades con las que conviven: hay muchas diferencias con los contextos urbanos. Otro de los puntos del proyecto de la ONG, es Salud, porque es una gran deuda el acceso en las jóvenes del campo.
¿Cómo o desde donde mostrarles que hay algo más?
Ampliar el horizonte, donde su proyecto de vida no sea ser obrerx rural. Que se piense también como productorx y reconocer que a partir de tener dos o cinco cabras ya pueden empezar a pensarse y construirse así. En la organización hay otra área destinada a la “Economía Social”. Y es la clave, nosotras las mujeres, visibilizadas en nuestros territorios recuperados y dignificados, tenemos que generar ingresos genuinos. Que las mujeres en contextos rurales y campesinos puedan producir, salir y venderlo. Comprobar que pueden generar sus ingresos, dignifica. La economía social va de la mano de la dignidad.