Mi Carrito

Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta

Compartí esta nota en redes

“Se está terminando, por fin, un largo tiempo de hipocresía, de ocultamiento y deformación de lo que es el amor, de sus condiciones, de su duración, de su esencia misma. La nueva sociedad exige relaciones más claras y terminantes. Exige verdad, aunque a veces sea despiadada. Las mujeres viven esa revolución con más audacia que los hombres. Salen de una esclavitud de siglos, durante la cual estuvieron relegadas a que se les hicieran lindos versos, se les cantaran cancioncitas y se las llamara 'sexo débil'. Aunque, en la práctica, lo único que realmente eran es ser esclavas”.

Este fragmento con el que Isabella Cosse comienza su libro Pareja, sexualidad y familia en los años sesenta. Es la introducción que la revista Claudia, publicación dirigida a la “mujer moderna”, hacia a una encuesta sobre el amor realizada en 1967. Este fragmento contiene en potencia la historia de los cambios y continuidades en la sexualidad, pareja y familia acontecidos en la sociedad argentina durante las décadas de los 60 y 70.

La autora estructura el libro en cuatro partes: Reglas de cortejo y el noviazgo; Una revolución sexual discreta; El ideal conyugal y sus crisis y Ser madres y padres. A partir de allí analiza rupturas y continuidades en las costumbres de sociabilización que vivieron los jóvenes de aquella época. En las formas en que se amaban y se unían con otros jóvenes.

Cosse analiza que los nuevos tiempos traían posibilidades diferentes: las juventudes pudieron liberarse de estructuras anacrónicas en sus relaciones y, además, constituir familias con mayor igualdad para afrontar las tareas hogareñas. Las chicas y los chicos ya no tenían una vigilancia constante de los padres y sus campos de acción pasaron del barrio a la ciudad. Los bailes dejaron de ser un lugar custodiado por chaperonas para mutar en espacios de recreación y libertad. La doble moral sexual que imponía virginidad a las muchachas casaderas y sexo temprano a los varones se fue distendiendo. Y de esta manera, los noviazgos se corrieron del franeleo a las relaciones sexuales pre matrimoniales, incluso sin el horizonte del casamiento por delante.

Por otra parte las familias que esos jóvenes constituyeron fueron atravesadas por el psicoanálisis y el hippismo dando aparición a las uniones libres y a las maternidades/paternidades psicologizadas. La historiadora muestra cómo estas novedades se ponían en tensión con el modelo doméstico defendido por sectores tradicionales, asociados sobre todo a la iglesia católica, que durante el periodo lograron articularse de forma más homogénea que aquellos que impulsaban los cambios.

Quizás el concepto más interesante y aglutinador del libro sea el de “revolución sexual discreta”: los jóvenes con más libertades para relacionarse, por un lado, y con el cuestionamiento a la virginidad femenina prematrimonial como regla de respetabilidad de la mujer, por el otro, iniciaron experiencias sexuales más relajadas que las de sus padres.  

Así, dice Cosse, se establecieron tres modelos posibles de sexualidad prematrimonial: como prueba para el matrimonio, como expresión del amor y como parte del cortejo. La autora define a la revolución sexual de esa época como discreta porque “las limitaciones de esas mutaciones resultaban claras al observar la persistente centralidad de la pauta heterosexual, las desigualdades de género y la importancia otorgada a la sexualidad unida a la afectividad”.

Fue un proceso masivo especialmente elaborado por las clase media con aspiraciones de modernización y por sectores intelectuales y artísticos porteños. Sin embargo, no cambió aquella cuestión nuclear que la ataba al pasado y que hoy, varias décadas después de este proceso, seguimos peleando por cambiar.

Como afirma el lema: la revolución será feminista o no será nada. Seguiremos luchando por poner en el centro a las diversas sexualidades, por la igualdad entre los géneros y por una sexualidad libre y sin ataduras.

Acerca de la autora

Isabella Cosse nació en Montevideo en 1966. Es doctora en Historia y trabaja como Investigadora en el CONICET y en Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Dedica sus investigaciones a estudiar la historia cotidiana de mujeres, hombres, niñas y niños atravesados por procesos sociales, culturales y políticos.

 


Compartí esta nota en redes