La cultura del macho trabajador petrolero es expuesta y revisada en una propuesta escénica fresca y sumamente cómica. Así lo hace Petroleo, la obra dirigida por el grupo teatral Piel de Lava.
Pozo petrolero en la Patagonia. Allí conviven cuatro trabajadores en un tráiler, bajo duras condiciones climáticas y laborales. Una voz de locutora española, similar a la grabación de los gps, describe lo que veremos a continuación. Explica el sistema de trabajo (dos semanas de doce horas diarias, seguidas de una semana de descanso), las características de los hombres petroleros, su forma de vida, el proceso de extracción, entre otras cosas. Mientras transcurre el audio, los personajes preparan la escena en la penumbra y se presentan a público con un gesto característico, a medida que son nombrados. Este recurso para introducirnos en la historia da cuenta de cierto distanciamiento crítico con respecto al universo narrado.
El grupo teatral Piel de Lava, compuesto por Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes, eligió, para la quinta obra de su autoría y dirección, adentrarse en el mundo masculino interpelando sus propios cuerpos femeninos. Son mujeres haciendo de hombres, encarnación poco vista en la producción teatral porteña. Normalmente vemos a actores varones encarnando mujeres en forma de burla, exacerbando cierto romanticismo y sumisión en sus formas y gestos, en clave transformista.
En cambio, las Piel de Lava, acompañadas en la dirección por Laura Fernández, se proponen aquí un gran desafío, que cumplen de manera notable. Sin caer en el lugar común, cuestionan los efectos que provoca una masculinización exacerbada por el patriarcado, que ha minado los vínculos afectivos más básicos.
Una masculinización que es funcional a un régimen de trabajo capitalista y a un entorno hostil. La empresa petrolera necesita no sólo hombres fuertes, sino también cuerpos auto-regulados que eviten relacionarse de manera profunda entre sí para crear vínculos honestos y para organizarse como trabajadores. Sus elevados salarios les hacen olvidar las duras condiciones laborales, entre las que se incluyen principalmente tres tópicos: el alcoholismo y el consumo de la prostitución, la cultura del aguante y los ritos de iniciación.
Así comienza Petróleo. La llegada de un nuevo integrante mantiene a los otros tres en estado de alerta. Lo miden, lo interrogan, le hacen saber el orden de jerarquía y piensan para él una broma de llegada, como prueba de hombría y fortaleza. A medida que avanza la trama, el nuevo desestabilizará el funcionamiento hermético y patriarcal del grupo, introduciendo objetos y reflexiones que se identifican con lo femenino.
Mientras debaten sobre cómo se congelaría la orina al aire libre en el frío de la noche, critican a otros compañeros, hablan de sus esposas embarazadas como de objetos y se desafían a pruebas de hombría, Palladino ingresa a escena en diferentes momentos con ropa “demasiado femenina”, para sorpresa de sus compañeros. Pero no sólo trae esa innovación, sino que los inserta en temas de derechos y deberes laborales. Se problematizan entonces dos cuestiones fundamentales de este universo: la masculinidad y el rol del trabajador petrolero.
El distanciamiento crítico con el que abordan los personajes permite un corrimiento de los estereotipos. El Carli, líder nato, elije orinar sentado; la apuesta en la pulseada no es por dinero sino por la tarjeta de puntos de una empresa multimarca; a Palladino le resulta más cómoda la vestimenta femenina; Montoya es un obrero enfermo, sufre de problemas cardíacos; Formosa tiene una corporalidad que difiere con el ideal del obrero. Son personajes no idealizados ni caracterizados fidedignamente. Los cuatro obreros son seres ficcionales atravesados por inquietudes, inseguridades y cuestionamientos de su rol dentro de la sociedad, que lograrán poner en común en la medida en que puedan vincularse desde la igualdad y la aceptación de sus diferencias.
Al igual que la escenografía que contiene a la puesta, formada por bloques desplazables e intercambiables que representan diferentes espacios del yacimiento (cocina-comedor, baño y dormitorio), Petróleo es un rompecabezas exquisito que abre múltiples sentidos y reflexiones acerca de los lugares comunes de la masculinidad dentro del modo de producción capitalista.
Ficha técnico artística
Dramaturgia: Elisa Carricajo, Valeria Correa, Laura Fernández, Pilar Gamboa, Laura Paredes
Actúan: Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa, Laura Paredes
Vestuario: Gabriela Fernandez
Escenografía: Rodrigo González Garillo
Iluminación: Matías Sendón
Diseño De Sonido: ZYPCE
Música: ZYPCE
Entrenamiento corporal: Andrés Molina
Meritorios vestuario: Daniela Dell Acqua
Asesoramiento artístico: Andrés Molina
Asistencia de vestuario: Estefanía Bonessa
Asistencia de dirección: Fabián Barbosa, Sofia Palomino, Daniela Sitnisky
Producción técnica: Claudio Del Bianco
Coordinación de producción: Mariana Mitre
Dirección: Elisa Carricajo, Valeria Correa, Laura Fernández, Pilar Gamboa, Laura Paredes