Foto: Roland Garros
“¿Sabés hablar en ruso?”, le preguntaron en una conferencia de prensa. Ella se rió y aclaró: “No no, no hablo ruso”. La sorpresa fue mundial y el origen de su apellido sigue generando confusiones. Nadia Podoroska, argentina con corazón rosarino, hizo historia en Roland Garros y, en pocos días, pasó del anonimato a ser tapa de diarios. Sin escalas, casi como su carrera.
Así como los derechos se conquistan sin pedir permiso, Podoroska empezó una rebelión en París raqueta en mano y se convirtió en la líder de una generación de tenistas silenciadas y olvidadas durante años. "En cuanto a proyectos e ideas, el tenis femenino siempre estuvo a un costado", declaró la rubia de abuelos ucranianos a un medio de su ciudad.
La actual número uno del país simboliza la resurrección. Marca un rumbo. Porque juega adentro de la cancha, con su variedad de golpes, sus drop shots y su mentalidad, más fría que Kiev en invierno, y también juega afuera, sin filtros ni cassettes, para mostrar las limitaciones de su disciplina.
"El deporte es sexista. No es que las mujeres seamos pocas o tengamos menos talento, sino que nos faltan oportunidades y apoyo. Se necesitan desde zapatillas y raquetas hasta sponsors para viajar por el mundo”, señalaba en 2019, cuando se unió al reclamo colectivo de las tenistas argentinas a la Asociación Argentina de Tenis (AAT) para que se realizaran torneos en el país.
Antes de estos pedidos, habían 21 torneos planificados para los hombres y ninguno para las mujeres. Finalmente, se sumaron tres competencias y las autoridades del tenis nacional prometieron avanzar en el desarrollo de la rama femenina a través de un programa integral, que contempla desde las categorías menores hasta el alto rendimiento. Además, crearon un Comisión de Género en la que participan ex tenistas de experiencia junto a jugadoras jóvenes para armar capacitaciones en clubes y avanzar en un protocolo de acción institucional en casos de violencia.
La Peque valoró el acercamiento y el cambio de actitud de la dirigencia actual, que en ocasiones la ayudó a conseguir alojamiento en Buenos Aires y lugares de entrenamiento. Sin embargo, la única, pequeña, beca que percibe proviene del Ente Nacional de Alto Rendimiento (ENARD) por ser campeona panamericana y deportista olímpica. Un sueño que cumplirá el año próximo: defender los colores albicelestes en los Juegos de Tokio 2021.
Según trascendió, ganó más dinero en Roland Garros que en toda su carrera. “Haber conseguido estos resultados me posiciona totalmente distinto. Puedo seguir pagando el sueldo de mis entrenadores, de mi equipo, y continuar viajando por el circuito”, contó.
Derribar barreras
Podoroska es la excepción a la regla. La mayoría de las compañeras que levantaron la voz junto a ella, hoy están entrenando en sus clubes, sin competencias a nivel local en el futuro cercano ni un apoyo económico para viajar al exterior.
Durante los primeros meses de cuarentena, la Peque entrenó en su casa del barrio de Fisherton. Hacía una rutina diaria de ejercicios físicos y practicaba un poco de tenis con un colchón contra la pared, mucho trabajo mental y meditación.
En junio pudo viajar con sus entrenadores a Alicante, España, donde reside desde 2018, para bajar costos y simplificar la planificación de sus giras. La cercanía para ir y volver de los torneos le permite descansar en su propio espacio en las semanas libres en lugar de tener que hacer tiempo en aeropuertos u hospedarse en casas de conocidos. Si bien repite una y otra vez que extraña a su familia en Santa Fe, cuenta que fue la única solución que encontró a los desafíos de ser mujer y tenista profesional en Argentina.
A la inexistencia de una estructura que impulse y acompañe a las jugadoras en el país, el circuito mundial de la Asociación de Tenis de Mujeres (WTA) le agrega un sesgo primermundista que impacta en el desarrollo local del tenis. El año pasado, sólo 3 de 58 torneos se disputaron en América Latina. Una región aislada del sistema. "Es un desastre. Para nosotras no hay gira sudamericana. Los hombres se pueden meter entre los 100 primeros del ranking mundial sin salir del continente", decía Catalina Pella, ex 173 del ranking y una de las mejores jugadoras argentinas de los últimos años, en una nota a El País a principios del 2020.
Derribar estadísticas
Nadia Podoroska fue la primera semifinalista en Roland Garros desde 1968 y la tercera en la historia de todos los grandes torneos. Hace 16 años que una argentina no alcanzaba esta instancia en singles en un Grand Slam. La última había sido Paola Suárez, quien estuvo entre las mejores 10 del mundo en singles y fue la mejor en dobles. Dos años antes, también lo había conseguido la cordobesa Clarisa Fernández, otra revelación. Aquellos eran años dorados para el tenis nacional. Por un lado, la “Legión” de varones que brillaba en el mundo. En contraste, estas jugadoras de bajo perfil y alto talento, cuyos resultados superlativos hoy adquieren una mayor dimensión.
“Todo esto será un impulso para el tenis femenino en Argentina”, afirma Raquel Giscafré, pionera tanto en lograr las semifinales en París en 1974, como en el empoderamiento de las jugadoras: fue una de las creadoras de la Asociación Femenina de Tenis Argentino (AFTA), luchó por la equidad en los premios y dirigió torneos internacionales para mujeres.
La Rusa Podoroska también es feminista. “Me dijeron que iba a ser la Maca Sánchez del tenis y ojalá que así sea”, dice y reivindica las conquistas de la delantera de San Lorenzo, club al que ¡representa en Interclubes para las deportistas en general.
“No sé cómo se grita un punto en tenis, así que grité gol”, festejaba Luciana Bacci, defensora de Racing, en su Twitter, luego de la histórica victoria de la Peque en cuartos de final. Hubo miles como Bacci, gritando un triunfo que trascendió las fronteras tenísticas e invadió un país, como en las mejores épocas de la gran Gaby Sabatini.
Sin la arrogancia de la elite. Humildad en sus gestos. Paz y sencillez en sus palabras. No fue un camino fácil, pese a su talento como prodigio. A los 19 años, Nadia estuvo alejada de las canchas durante meses por una seguidilla de lesiones que interrumpieron su carrera y la obligaron a volver a empezar.
Si es como dice el escritor David Foster Wallace que “el genio no es imitable, pero su inspiración puede ser contagiosa”, el soñado presente de Podoroska puede ser el pincel para colorear otro horizonte para el tenis argentino. Las niñas que hoy empiezan a jugar y todas las pibas que están detrás de Nadia necesitaban una referente que abriera las puertas para que se empiecen a multiplicar las oportunidades y los sponsors se animen a invertir en el deporte blanco. Es fundamental que haya más apoyo y esto que se sostenga a largo plazo. Para que lleguen muchas más, y no sólo las extraordinarias, como la Rusa.
Parece el momento ideal para promover el tenis femenino en el país. El entusiasmo que generó Podoroska en Roland Garros es un inesperado oasis en medio de un desierto. Ya está entre las mejores 50 del mundo. Esta revolución ya empezó. Que nadie se anime a detenerla.