Antonella cursó el secundario en una escuela de Moreno, Provincia de Buenos Aires. Tenía un compañero que constantemente le hacía chistes sobre algún aspecto de su cuerpo. “Tone-tonelada” es el apodo que más recuerda. Una tarde estaba en una clase de física, materia que le costaba mucho, y su compañero no paraba de hablar y llamar la atención. Antonella le pidió que se callara porque no escuchaba. La respuesta que obtuvo fue que lo que no la dejaba escuchar era la grasa de sus oídos. Todos rieron. El profesor también.
El Instituto Nacional contra la Discriminación, la xenofobia y el racismo (INADI) en su último informe sobre “Discursos Discriminatorios y Gordofobia” señaló que es preocupante ver la importancia que han cobrado los discursos de odio hacia la obesidad y el sobrepeso, ubicándose en el segundo lugar dentro de los tipos de discriminación más mencionados. También advierte sobre la reproducción de discursos discriminatorios naturalizados que estigmatizan y ridiculizan a los cuerpos gordos, con el pretexto de bregar por la buena salud. Agrega que es importante tener en claro que promover la salud de la población no habilita al uso de la violencia simbólica como método.
Nicolás Cuello es un activista gordx que hace años viene pensando y produciendo teoría sobre estas temáticas. Según él, este es un movimiento social que se organiza en torno a la despatologización de las diferencias corporales, específicamente de la gordura, en torno al reclamo de la autonomía de los cuerpos y a la accesibilidad como un derecho.
Lux Moreno, activista gorda y por la diversidad corporal reconoce que en Argentina la parte más crítica del activismo y la positividad corporal están mezclados. Ella es autora del libro “Gorda vanidosa”, publicado por Editorial Planeta, al que usa como ejemplo porque en la tapa aparece la imagen de ella misma sosteniendo un espejo. Lux explica que allí apela al positivismo corporal pero en realidad es un libro que hace teoría crítica.
Con respecto a la positividad corporal o body positive, Nicolas Cuello entiende que es un posicionamiento dentro del espectro de lo que se conoce como movimiento de la diversidad corporal, una narrativa en torno a la aceptación del cuerpo. “Es una mirada, una postura política que está atenta a los modos en que la industria de la moda, específicamente, reproduce estereotipos que pueden ser dañinos”, sostiene Cuello. Para él, el positivismo focaliza su energía en un discurso de aceptación de los cuerpos gordos que se centra en la inclusión y el amor propio.
“No subas esa foto que se te ve la panza”, “así se te marca mucho el rollo”, “de abajo no que te sale la papada”, “estás más gordita y así no vas a conseguir novio”.
Antonella tiene una cuenta de Instagram donde sube fotos mostrando su cuerpo, el cual no responde a los parámetros hegemónicos. Reconoce que por redes sociales nunca recibió críticas pero sabe que es porque tiene pocos seguidores. Esos comentarios que menciona vienen de parte de su familia -ellos creen que son consejos- pero Antonella entiende que es discriminación. Sabe que no lo hacen porque sean malos sino “porque están acostumbrados a lo hegemónico, piensan que un cuerpo gordo está mal, lo relacionan directamente a que es feo, inútil, que no es saludable y eso es falso”, reflexiona.
Nicolás Cuello y el activismo más crítico con el que se identifica cuestionan la idea de cuerpo hegemónico porque dice que no se menciona qué es lo que lo hace hegemónico. Cree que hay que desglosar esa expresión y afirma que es difícil hablar de autonomía si no tenés un cuerpo delgado, si no sos hétero, blanco y de clase media.
El fondo de la foto es blanco, con las manos se sostiene los lentes redondos de color naranja que le combinan con una parte de su pelo. El resto es largo y negro. Lo que llama la atención es el top de plástico decorado con varios stickers, hay una flor con los colores del arcoiris, un alien verde, un emoji que sonríe, el número 13 y hasta Lisa Simpson. Antonella además de sacarse fotos enseña como hacerlas y agregarle valor con cosas que tenés a mano en tu casa, como el plástico al que le dio forma de top y le pegó los dibujos que ella misma hizo. El pie de foto dice: “que nadie les diga que pueden usar y qué no. Las transparencias no son para las gordas, JE”.
Lux cuenta que parte de lo que hacen como activistas tiene que ver con pensarse en esa identidad gorda porque “sos gordo antes que cualquier otra cosa y ese lugar de violencia ya previa a la generalización, implica que sea una identidad política, es una forma de hacer comunidad, poder afirmar algo de ese cuerpo que es desvalorizado”, reconoce .
“A mi siempre me dicen que no tengo que romantizar la gordura, les respondo que yo me amo, tengo que amarme, esto soy hoy, esto le pasa a otros, y yo tengo que mostrarlo. Tenemos derecho a querernos, a ser felices y no sentir culpa por lo que somos”, concluye Antonella.