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Valeria: amistad y feminismo brillantina, ¿por qué no?

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¿Cuántas veces nos perdimos en los ojos de un varón seductor o en la tristeza de un vínculo que ya no tiene sentido? ¿Quién nos sostiene las lágrimas cuando eso sucede? ¿Qué es el deseo y el erotismo? ¿Quién puede curarnos? Valeria, la serie española producida por Netflix, habla del amor; pero de aquel que no comprendemos a simple vista y que puede abrigarnos cuando la realidad se torna demasiado hostil. ¿Qué es entonces la amistad sino el verdadero amor de nuestras vidas?

Esta historia está protagonizada por Diana Gómez (Valeria), Paula Malia (Lola), Silma López (Carmen) y Teresa Riott (Nerea), cuatro amigas que se acompañan pero sobre todo sostienen mutuamente para sobrevivir a los desencuentros amorosos, las frustraciones profesionales en la llegada de los 30 años y la idea de la felicidad como una colección de figuritas en el álbum de los mandatos sociales. El hilo conductor lo lleva Valeria, una escritora a la que el éxito no le ha llegado y escribir su primera novela la ofusca tanto que una crisis de personalidad le impacta de lleno en su relación con Adri, el fotógrafo con quien está casada. Su idea de escribir una novela erótica pone en evidencia que el deseo con él se ha esfumado y eso le pesa a diario.

Esta serie pochoclera con tinte feminista (de color rosadito, estético y hegemónico) juega y abre preguntas a las que le pone un moño bien armado como respuesta e invita a pasar unas horas en las que la no hay mucho para profundizar pero sí para colorear. En una versión edulcorada de las problemáticas que atraviesan a las mujeres acomodadas que llegan al tercer decenio de su vida, las risas son la única salida para estas “best friends” que se apoyan, se cuidan y resguardan cuando no hay luz al final del túnel.

La presencia femenina se nota no solo en su elenco, sino también en las idas y vueltas que toma el vínculo de Valeria con Victor, el galán de la serie interpretado por Maximiliano Iglesias, un típico picaflor odioso que afectivamente es poco responsable, pero que esta vez es conquistado por la ya comprometida y escurridiza escritora.

El guión y la creación que le pertenecen a María López Castaño, Aurora Gracià, Almudena Ocaña y Fernanda Eguiarte no demuestra ninguna idea rotundamente revolucionaria, pero cumple cuando aborda de manera superficial algunas ideas. ¿Qué más se le puede pedir a Netflix? Dos temporadas de azúcar y brillantina que bien caben en un fin de semana lluvioso para apagar las neuronas y encender a los ratones heterosexuales y lésbicos por un rato acompañades de buena música que en algún que otro capítulo te deja tarareando el estribillo.


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