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Reflexiones feministas a partir del superclásico

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El superclásico Boca versus River se jugó este domingo y desde temprano —incluso desde hacía días atrás— todos los reflectores apuntaban hacia el Monumental. Se dijo cuál iba a ser la formación de ambos equipos, se vaticinaron distintos resultados posibles, estrategias de juego y hasta del clima. Pero de lo que poco se hablaba y poco se habló luego fue de las denuncias por violencia de género con las que cargan varios de los jugadores que entraron a la cancha en esa fecha, una problemática que está muy presente en el fútbol masculino.

Uno de los protagonistas del partido fue Sebastián Villa. Fue él quien convirtió el gol que permitió que el equipo xeneise ganara 1 a 0 y quien también fue denunciado en el 2020 por maltratar y golpear a su expareja. "No entiendo: ¿hay un jugador de Boca que se llama Villa que tiene una denuncia penal por violencia de género y sigue jugando? ¿Estamos mirando un River-Boca con este ser humano jugando como si nada?", dijo la actriz Cecilia Dopazo en sus redes sociales.


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En el equipo azul y oro, solamente en el partido de este domingo, había al menos tres jugadores con denuncias previas: Frank Fabra, acusado en 2018 de abuso sexual y violencia de género; Agustín Rossi, denunciado en 2016 por su ex pareja y Sebastián Villa. Esto no quiere decir que este sea un problema específico de Boca o River, por el contrario estos son solamente algunos de los casos que aparecen cuando se comienza a indagar en el fútbol masculino. Pavón, Cristaldo, Cardona, Centurión, Barrios, Brizuela, Zárate, Acosta, Nández son algunos otros futbolistas denunciados.

Más allá de los nombres propios y de las listas que puedan hacerse, la permanencia de tantos jugadores con denuncias deja en claro que estos jugadores están siendo protegidos por clubes que, en la mayoría de los casos, eligen mirar para otro lado y no hacerse cargo de la violencia que los habita.


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Además, queda en evidencia que existe una problemática estructural que sin dudas atraviesa el mundo del fútbol. No es novedad afirmar que este es un deporte históricamente masculinizado, en el que se construye al hincha como un "macho" (cis, heterosexual, viril) y en oposición se legitima la violencia contra el rival, contra las mujeres y contra las disidencias. Pero, ¿qué deberían hacer los clubes frente a esto? ¿Y les fanátiques?

La creación de protocolos para atender estas situaciones allí donde aún no existen y la aplicación real en donde ya están establecidos es una forma de dejar de validar estos hechos. Además de hacerse cargo de quiénes son los varones que integran sus planteles. Por suerte, hay resistencia en los clubes y en las canchas: muchos grupos de mujeres y disidencias que aman este deporte hoy eligen pensarlo y transformarlo desde una perspectiva feminista.


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