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WTTJ: Por una industria feminista, popular y nacional

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En un mercado donde la explotación, la desigualdad y la precarización son moneda corriente y la concentración de riqueza aumenta cada día, WTTJ, una marca de indumentaria de militancia política reivindica otras formas de pensar la industria. Con un modelo de trabajo horizontal, el proyecto articula con cooperativas del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Entre colores, estampados, diversidades e inclusión sus integrantes están dispuestxs a levantar la bandera de múltiples luchas. El contenido y la dirección creativa muestran una gran pluralidad de voces: activistas gordxs, trans, negrxs, no binarixs, lesbianas, gays y nuevas masculinidades. 

Lejos de un estilismo vacío, esta marca de indumentaria no binaria se adentra en la búsqueda de una nueva industria textil feminista, popular y nacional. “Mi objetivo no está en ser la mejor diseñadora, sino en realizar una tarea social. Me quejaba del modelo pero no producía ninguna alternativa. Hoy me encuentro en un proyecto de reversionar la industria textil y de mostrar un modelo alternativo de toda la industria”, dijo a Feminacida Desireé Du Val, actriz, fundadora y directora de WTTJ.

De la necesidad a la militancia

Desde muy chica, Desireé se vio involucrada en la política y en la actuación. “Cuando salí del secundario decidí seguir haciendo política a través del arte”, comenta. A su vez, sintió la necesidad de emanciparse económicamente para así costear las obras de teatro y su militancia. Como su padre era empresario textil, la indumentaria era lo que estaba a su alcance para generar una entrada económica propia. Al principio se vio bastante ligada a él. Luego, le comenzó a poner la etiqueta de WTTJ a determinados productos. “En ese momento hacía cosas más básicas sólo para que entraran ahí, las vendieran y yo pudiera recibir mi dinero”, indica la fundadora.

Hasta ese entonces sólo le interesaba hacer prendas que se adecuén a las plataformas de los locales de su familia. “Después empecé a hacer mi línea, cosas más zarpadas que me interesaban a mí pero era una producción muy chiquita”, explica. Sin embargo, más adelante el destino la cruzó con Camila Papiccio, una amiga que luego resultó su socia. Fue así como, hace dos años y medio, relanzaron el proyecto.

En el presente, WTTJ se plantea como un movimiento más que como una marca. “Hoy arranca por lo textil y mañana será  otra cosa, pura transformación”, sintetiza Desireé.

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El detrás de escena del mundo de la moda

Desireé recuerda cómo sus juegos de pequeña eran en depósitos de telas. Su padre era “un loco del trabajo” y con él conoció el verdadero mundo de la moda, el que para ella “era una mierda”. 

“Yo tenía mucho intercambio con les trabajadores de los talleres, siempre tuve buena relación. Mediaba y conseguía que les pagaran el viernes. Me pasaba de tener que ir directamente a la puerta de algún chabón y que me dijera que no podían pagarles porque ese finde tenía que pagar la guardería del barco, y así lo pateaban para la otra semana”, recuerda Desireé. 

Para ella, estas denigrantes condiciones laborales se deben a la ética de trabajo que rige en la industria, a esas aspiraciones a siempre tener más y  la acumulación de riqueza que está tan vinculada al poder. “Cuando ves esa brecha ya te encontrás con la precarización a la vista”, afirma.

“No te van a mostrar a une niñe de 14 años cosiendo —afirma la entrevistada—. No me pasó de llegar al punto de entrar a un taller y que estén todes hacinades en la cama con la palangana para mear al lado porque no se levantan y están 18 horas en una máquina de coser, pero sé que existe”. Sin embargo, plantea que justamente es aquella diferencia de patrimonio entre algunas personas y otras la que decanta la precarización. En este sentido, Desireé señala que “es cuestión de lógica, porque si distribuís mejor, posiblemente tengas menos”.

La hija del empresario textil cuenta cómo, en ese entonces, tomaba una postura política pasiva de aceptar lo que estaba sucediendo y de trabajar con estos talleres sin pensarse en relación a ellos. “Para mí todo es política, la ropa lo es, yo no me estaba haciendo cargo de hacer política a través de la ropa. Nunca me había preguntado qué podía hacer en ese ambiente de mierda”.

El orgullo feminista, popular y nacional

“Yo venía con todo un mundo al cual pertenezco, queer, trans, político y teatral. Esa era mi gente. Además, todo lo que militaba hizo que se diera de manera orgánica”, explica la directora en relación al origen del tinte militante de WTTJ.  Por otro lado, señala que siempre pensó la ropa desde un costado no binario, simplemente porque su entorno era así y ella nunca se vistió como una “nena”. 

Para Desireé, “no hay feminismo si no es popular”. Así lo explica: “Tenemos que ser conscientes de que somos parte de un todo. La cepa del feminismo está en las mujeres que paran las ollas populares todos los días”. 

En lo que refiere a la fabricación nacional, reflexiona: “Tenemos muy inculcado el hecho de ser factoría y laburar para les demás, no buscamos potenciarnos para nosotres mismes ni que los comercios se hagan fuertes acá”. A su vez, agrega que no fuimos educadxs para ser productores y poner un precio al mercado, sino para simplemente tener mano de obra barata. Sobre este punto, ejemplifica que si en China una determinada prenda tiene un valor de 20 pesos a raíz de la precarización laboral, las marcas van a exigir ese mismo precio en talleres clandestinos o precarizados nacionales bajo la amenaza de que si ellxs no lo ponen, importan aquellas prendas de China. Así, los talleres se ven obligados a aceptar y vender al precio impuesto por el comprador.

“La fabricación nacional implica generar puestos de laburo y también una suerte de orgullo. Ponderarte y realzar el sentimiento de que ‘esto se hizo de cero en Argentina y el precio es éste’ para así abrir el juego de la descomercialización. Si no lo quieren pagar, realmente tenemos que llegar a un punto medio, no puede ser que todo sea vaciamiento y pobreza”, señala la fundadora.

Abrazando la diferencia

Todas las cooperativas que confeccionan WTTJ son parte del MTE, una organización social que núclea agrupaciones económicas populares para asistir a lxs trabajadores. Ya hace un tiempo, la organización comenzó a involucrarse en los talleres clandestinos. Fue entonces cuando estructuraron al MTE en el área textil de la que forman parte personas que solían estar bajo condiciones de trabajo esclavo. 

Estas entidades no tienen dependencia con la marca. Tal como explica Desireé, lo principal es generar el desarrollo de quienes trabajan con ellxs. En este sentido, WTTJ es un ambiente donde se respira compañerismo y comunidad. Más que trabajadorxs, se definen como amigxs, lo cual, según la entrevistada, puede ocasionar problemas. “De golpe estás al borde de que se te salte la chaveta y tirarte a chanta, porque no nos enseñaron a tener responsabilidad de libertad a la hora de laburar”. 

Es por eso que dentro de la marca se plantea desarmar lo ya concebido de una manera importante pero conflictiva. “Generar ruptura trae crisis pero yo la abrazo porque vengo del mundo del teatro donde la crisis significa transformación”, exclama.

Asimismo, una de las cooperativas que confeccionan dentro del movimiento es la de Liberados y Liberadas que se plantea como una respuesta para aquellxs que estuvieron presxs. “Cuando empezaron con todo el quilombo de que iban a sacar a los presos de la cárcel, yo me junté con les compañeres de Libres. Primero que salieron menos que el año pasado, así que no tienen que desinformar. Después, cuando empecé a mostrar a las personas de la cooperativa que lograron reinsertarse al ambiente laboral, el mito se rompió al instante. Hay compañeres que estuvieron 20 años en cana y ahora son los que le confeccionan las prendas , unos amores de personas”, dice Desireé. 

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“Yo voy a tratar de mostrarle a sus hijes, que son los que me consumen, que hay un modelo menos hostil y que las oportunidades se tienen que dar, que hay que abrazar la diferencia. Esa es un poco mi misión dentro de todo esto. Hay organizaciones increíbles, solo hay que darles visibilidad”, agrega y concluye: “Les compañeres dan la vida por WTTJ, simplemente por ser WTTJ y por darles visibilidad, por hablar de las organizaciones que tienen y luchar contra el plano de clase media-alta que está detrás de las redes”. 

Proyectando

Entre lo ideal y lo posible, WTTJ tiene dos proyectos para presentar en conjunto con la cooperativa de Libres. Uno de ellos consta en enseñarles el oficio a compañeras que están bajo condición de arresto domiciliario y así llegar antes que el narcotráfico. “Porque, ¿qué mejor para un narcotraficante que una mujer que está encerrada en su casa con necesidades porque el estado no las visita?”, polemiza la entrevistada.

El objetivo es generar un ciclo de talleres entre compañerxs y presentar un programa de reinserción al trabajo para estas mujeres. “Hay compañeras que si no se les explica un oficio van a ser tomadas por el narcotráfico, y vaya alguien a decirle algo a una compañera que está encerrada sin comer, que seguramente no tiene casa propia y que es maltratada, que no venda merca. Por eso es ganarle de mano al narcotráfico”, asegura Desireé.

Por otro lado, planea empezar a realizar materia prima, un proyecto más enfocado a la industria nacional. “Vamos a pedir un subsidio para comprar máquinas para hacer algodón y friza. Va a ser la primera vez en la historia que la economía popular tenga sus propias máquinas. Estamos hablando de algo que de entrada va a generar cien puestos de laburo”, concluye la fundadora de WTTJ.

– Este artículo fue producido en el marco del Taller de Periodismo Feminista de Feminacida –


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